Edad de Cristal Guillermo Enrique Hudson Las - AMPA Severí Torres
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<strong>Edad</strong> <strong>de</strong> <strong>Cristal</strong> <strong>Guillermo</strong> <strong>Enrique</strong> <strong>Hudson</strong><br />
sentado frente a mí con su hocico apoyado en mis rodillas. Sin duda, recordaba la última<br />
vez que había talado un árbol y ahora llegaba a cuidarme.<br />
-¡Bienvenido viejo amigo!, -dije, y buscando alguna suerte <strong>de</strong> simpatía puse mis<br />
brazos sobre él y apoyé mi cara contra la suya. Me en<strong>de</strong>recé y en un par <strong>de</strong> ojos pardos y<br />
claros que me miraban tan fijamente clavé los míos.<br />
- Mira viejo, -dije, conversándole en alta voz, ante la necesidad <strong>de</strong> dirigirme a algo<br />
con forma humana, tú no me lamiste la cara cuando pudiste hacerlo con total impunidad, y<br />
cuando te hablo no agitas esa hermosa y fuerte cola que te sirve <strong>de</strong> adorno. Esto me<br />
recuerda que no eres como otros perros que solía conocer; los perros que hablaban con su<br />
cola, acariciaban con la lengua y nunca eran <strong>de</strong>masiado limpios ni bien educados. Don<strong>de</strong><br />
estarán ahora ellos, perros <strong>de</strong> los pastores, foxterrier ratoneros, galgos, perros <strong>de</strong> agua,<br />
perros <strong>de</strong> caza, perros perdigueros, perros rústicos o suaves, los San Bernardo, los brutos<br />
gran<strong>de</strong>s que enfrentan a los jabalíes, mastines casi tan gran<strong>de</strong>s como tú, pero no <strong>de</strong>lgados,<br />
con pelambre sedosa y nariz aguda, sin esa refinada expresión <strong>de</strong> agu<strong>de</strong>za sin astucia. Y<br />
tras estos canes nobles <strong>de</strong>l viejo régime, ¿dón<strong>de</strong> se ha <strong>de</strong>svanecido la chusma innumerable<br />
<strong>de</strong> perros mestizos, pequeños y ladradores y parias; y por último, los más <strong>de</strong>generados, los<br />
corpulentos, ja<strong>de</strong>antes <strong>de</strong> ojos osunos, perros domésticos <strong>de</strong> cien razas? Ellos están sin<br />
duda todos muertos: habrán estado muertos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace tanto tiempo que me atrevo a <strong>de</strong>cir<br />
que la naturaleza ha <strong>de</strong> haberles extraído todas las sales valiosas que su carne y sus huesos<br />
contenían hace miles <strong>de</strong> años y las habrá utilizado para algo mejor: gotas <strong>de</strong> lluvia, la<br />
espuma <strong>de</strong>l mar, flores, frutas y hojas <strong>de</strong> la hierba. Empero, ¡no había una bestia en toda<br />
esa prole, <strong>de</strong> la cual sus amos no pudiesen afirmar que podía hacer todo menos hablar!<br />
Nadie dice eso <strong>de</strong> ti, mi gentil guardián, pues el culto a los perros, con otra <strong>de</strong>cena <strong>de</strong> miles<br />
<strong>de</strong> cultos que surgieron y florecieron con exceso entre el fango <strong>de</strong> la mente <strong>de</strong>l hombre, se<br />
ha marchitado sin <strong>de</strong>jar semilla alguna Sin embargo, en cuanto a inteligencia, - quiero<br />
imaginarte algo más avanzado que tus lejanos progenitores: el largo hacer te ha dado algo<br />
tal como la consciencia. Eres una bestia buena, sensible y eso es todo. Tú amas y sirves a<br />
tu amo <strong>de</strong> acuerdo a tus luces; <strong>de</strong> noche y <strong>de</strong> día tú con tus congéneres cuidas sus rebaños<br />
y sus manadas, su casa y sus campos. A su sagrada Casa. Empero, no te atreves, ya que tu<br />
dispuesto talante te hace conocer tu lugar.<br />
¿Qué es lo que ha ocurrido entonces sobre la tierra y cuánto duró ese dormir sin<br />
sueños <strong>de</strong>l cual <strong>de</strong>sperté para hallar las cosas tan cambiadas? No lo sé. ni importa mucho:<br />
sólo sé que ha habido una suerte <strong>de</strong> po<strong>de</strong>roso fuego <strong>de</strong> artificio a lo Savoranola, durante el<br />
cual casi todo lo que valía ha sido reducido a cenizas: sistemas políticos, religiosos y<br />
filosóficos, los “ismos" y "logias" <strong>de</strong> todas clases, escuelas, iglesias, prisiones, asilos; los<br />
estimulantes y el tabaco; reyes y parlamentos; cañones con su hostil rugir; los pianos que<br />
se escuchaban en paz: la historia, la prensa, el vicio, la economía política, el dinero y<br />
millones <strong>de</strong> cosas más, todo consumido como pasto y rastrojo sin valor. Siendo esto así,<br />
¿cómo no estoy yo sobrecogido ante tal pensamiento? En esa edad febril, plena, tan plena y<br />
empero, ¡Dios mío!, qué hueca. ¿En la soledad <strong>de</strong> cada alma humana, no se escuchaba ni<br />
una voz haciendo conocer la profecía <strong>de</strong>l final? Sé que tal pensamiento llegaba a veces<br />
hasta mí y atravesaba mi mente como un relámpago a través <strong>de</strong>l follaje <strong>de</strong> un árbol y en el<br />
fugaz y quemante rayo <strong>de</strong> ese pensamiento intolerable, todas las esperanzas, creencias,<br />
sueños, esquemas, parecían <strong>de</strong>svanecerse y convertirse en cenizas y se me <strong>de</strong>sprendían<br />
<strong>de</strong>jándome <strong>de</strong>snudo y <strong>de</strong>solado. A veces me ocurría cuando leía un libro <strong>de</strong> filosofía o<br />
escuchaba un tranquilo y caluroso domingo, a algún oscuro predicador (eran en su mayoría<br />
oscuros) discurriendo ante su feligresía elegante y adormilada, acerca <strong>de</strong> Daniel en la<br />
guarida <strong>de</strong> los leones u otro tema igualmente remoto; cuando andaba entre ferias abiga-<br />
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