Edad de Cristal Guillermo Enrique Hudson Las - AMPA Severí Torres
Edad de Cristal Guillermo Enrique Hudson Las - AMPA Severí Torres
Edad de Cristal Guillermo Enrique Hudson Las - AMPA Severí Torres
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>Edad</strong> <strong>de</strong> <strong>Cristal</strong> <strong>Guillermo</strong> <strong>Enrique</strong> <strong>Hudson</strong><br />
rradas o cuando escuchaba a algún gran político, fuera <strong>de</strong> su <strong>de</strong>spacho, expuesto al frío,<br />
como cualquier obrero pobre sin trabajo, lanzando anatemas al gobierno injusto y a veces,<br />
también, cuando permanecía insomne en las silenciosas vigilias nocturnas. Un ratito más,<br />
me <strong>de</strong>cía el pensamiento, y todo ha <strong>de</strong> terminar; pues no hemos hallado nosotros el secreto<br />
<strong>de</strong> la felicidad y todo nuestro empeño y esfuerzo está mal encaminado; y aquellos quienes<br />
buscan un equivalente mecánico a la conciencia y aquellos que <strong>de</strong>ambulan haciendo el<br />
bien. Todos están, también, quemando sus vidas y sobre todo nuestras esperanzas,<br />
creencias, sueños, teorías y entusiasmos; ello "ha <strong>de</strong> acabar" está claramente escrito tal<br />
como el Mene, mene, tekel, upharsin 23 <strong>de</strong> Baltasar sobre el muro <strong>de</strong> un palacio <strong>de</strong><br />
Babilonia.<br />
Esa i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>primente <strong>de</strong> "ha <strong>de</strong> acabar", no se me cruza, ahora nunca; ella no existe en<br />
la tierra que es aún el ver<strong>de</strong> pe<strong>de</strong>stal <strong>de</strong> Dios, el pasto no era más ver<strong>de</strong>, ni las flores más<br />
dulces cuando el primer hombre hecho <strong>de</strong> la arcilla y el soplo <strong>de</strong> la vida llegó a sus fosas<br />
nasales.<br />
La familia humana surgió <strong>de</strong> todo ese pasado muerto y no imaginable, y esto que<br />
parece tener el sello <strong>de</strong> lo eterno y su po<strong>de</strong>río, tranquilo y majestuoso semeja alguna<br />
enorme montaña que yergue su cabeza entre las nubes y tiene sus graníticas raíces<br />
profundas en el centro <strong>de</strong> la tierra. Un sentimiento <strong>de</strong> pavor se adueña <strong>de</strong> mí cuando lo<br />
contemplo; pero es inútil el preguntarme si el evanescente pasado con su tumulto <strong>de</strong><br />
preocupaciones y sus placeres pasajeros era preferible a esta inalterable paz actual. Nada<br />
excepto Yoleta me interesa, y si el viejo mundo fue reducido a cenizas para que ella<br />
pudiese ser creada, me alegra tal <strong>de</strong>strucción; pues más noble que todas las ambiciones y<br />
esperanzas perdidas es la esperanza <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r lucir un día esa flor radiante y perfecta flor en<br />
mi pecho.<br />
Tengo sólo una preocupación al presente, un lobo que me sigue por doquier, siempre<br />
amenazando <strong>de</strong>struirme con sus negras mandíbulas. No tú, viejo amigo, sino un gran<strong>de</strong> y<br />
flaco lobo metafórico, mucho más terrible que la bestia <strong>de</strong> la antigüedad que llegaba hasta<br />
la puerta <strong>de</strong>l pobre. En la oscuridad, sus ojos fulgurantes como carbones encendidos me<br />
están acechando siempre y aun a plena luz <strong>de</strong>l día su sombreada silueta está siempre junto<br />
a mí, <strong>de</strong>slizándose <strong>de</strong> un arbusto a otro, o <strong>de</strong> habitación en habitación, siempre pisando mis<br />
talones. ¿Habrá <strong>de</strong> <strong>de</strong>svanecerse como un mero fantasma - un lobo <strong>de</strong> mi mente -, o se<br />
aproximará más y más hasta arrojarse sobre mí y al fin aniquilarme? ¡Si sólo pudiesen<br />
arropar mi mente como lo han hecho con mi cuerpo y pudiesen hacerme a su semejanza sin<br />
ningún cáncer en el alma, ya por siempre contento y felizmente calmado! Pero nada llega<br />
por sólo pensarlo. Estoy mentalmente enfermo, ¡lo odio! ¡Allá él! Adiós viejo amigo, tú<br />
has sido muy bien educado y has escuchado mi discurso con consi<strong>de</strong>rable paciencia. Te<br />
habrá <strong>de</strong> beneficiar tanto como me beneficiara a mí más <strong>de</strong> una conferencia o sermón que<br />
estuve obligado a escuchar en días idos.<br />
Haciéndole otra caricia me levanté y regresé a La Casa, pensando tristemente al<br />
encaminarme hacia ella que el día luminoso no había influido mucho sobre mi espíritu.<br />
23 “se ha contado y se ha contado, se ha pesado y se ha dividido.”<br />
Página 103 <strong>de</strong> 109