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Edad de Cristal Guillermo Enrique Hudson Las - AMPA Severí Torres

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<strong>Edad</strong> <strong>de</strong> <strong>Cristal</strong> <strong>Guillermo</strong> <strong>Enrique</strong> <strong>Hudson</strong><br />

aproximara.<br />

Por el espacio <strong>de</strong> media hora examiné estas cosas; me dije: "Si yo hubiese <strong>de</strong> contarle<br />

la centésima parte <strong>de</strong> esta negra retrospección a Yoleta, ¿no me pediría que bebiese y<br />

olvidase y no vertería ella misma el líquido divino y lo alzaría hasta mis labios?<br />

Nuevamente tomé el frasco con mano temblorosa y llené la pequeña taza hasta el<br />

bor<strong>de</strong>; dije:<br />

- Por ti, Yoleta, permíteme beber y curarme; pues esto es lo que tú <strong>de</strong>searías y tú eres<br />

para mí más que la vida o la pasión o la felicidad. Pero cuando este fuego que me consume<br />

se haya extinguido y este sentimiento que hasta aquí bulle y palpita en cada gota <strong>de</strong> mi<br />

sangre me haya abandonado, sé que aún has <strong>de</strong> ser para mí, dulce hermana y novia<br />

inmaculada, adorada por mi alma más que cualquier madre <strong>de</strong> La Casa, y amarte y ser<br />

amado por ti será la gran dicha por el resto <strong>de</strong> mi vida.<br />

Yo <strong>de</strong>jé vaciar <strong>de</strong>liberadamente la taza, tapé el frasco y lo puse en su sitio. El licor<br />

era insípido, pero más frío que el hielo; me hizo tiritar cuando lo tragué. Comencé a pensar<br />

si sería consciente <strong>de</strong>l cambio que <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> operar en mí, o no, y un tanto arrepentido ante<br />

lo que había hecho <strong>de</strong>seé que Yoleta llegase hasta mí una vez más para, con el antiguo<br />

fervor, po<strong>de</strong>r estrecharla entre mis brazos, antes que el helado licor hubiese realizado su<br />

trabajo. Finalmente, con cuidado levanté el libro caído y alisé sus hojas dobladas,<br />

lamentando haberlas ajado y sentándome nuevamente mantuve el volumen abierto sobre<br />

mis rodillas. Advertí que se había abierto unas hojas más a<strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l pasaje que me había<br />

excitado; mas, sin voluntad <strong>de</strong> retroce<strong>de</strong>r para resumir lo que ya había leído, mis ojos<br />

mecánicamente se dirigieron al encabezamiento <strong>de</strong> la página frente a mí y esto es lo que<br />

leí: elija a una <strong>de</strong> las hijas <strong>de</strong> La Casa, es normal que ella se regocije con esa más relevante<br />

dignidad que hizo que ella fuese elevada a tan alto estado, y para tener autoridad sobre<br />

todos los otros, dado que en ella, con el padre, está centrada toda la majestad y la gloria <strong>de</strong><br />

La Casa, aunque con una alegría solemne y purificada, como aquel peregrino, que viajando<br />

hacia alguna distante región tropical <strong>de</strong> la tierra y viendo borrarse las costas <strong>de</strong> su tierra<br />

natal, piensa, en un mismo instante, en las inimaginables bellezas <strong>de</strong> naturaleza y arte que<br />

encien<strong>de</strong>n su mente y lo llaman <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lejos y en la gran distancia que lo mantendrá alejado<br />

<strong>de</strong> toda escena familiar y <strong>de</strong> los seres que más ama y en las tormentas y peligros <strong>de</strong>l<br />

piélago al cual tantos se han lanzado y no regresaron. Pues ahora, un cuerpo y alma<br />

distintos han <strong>de</strong> separarla para siempre <strong>de</strong> aquellos que eran uno en la especie con ella y<br />

con esa felicidad superior, señalada para ella, vendrán los dolores y peligros <strong>de</strong>l parto, con<br />

nuevas penas y cuidados <strong>de</strong>sconocidos a los otros <strong>de</strong> más humil<strong>de</strong> condición. Pero en esa<br />

mínima alegría obtenida por las criaturas <strong>de</strong> La Casa en su exaltación y porque habrá una<br />

nueva madre en la casa, - una elegida entre ellos - no habrá ni nube ni sombra; y tomándola<br />

<strong>de</strong> la mano y besando su rostro en señal <strong>de</strong> alegría y con ese nuevo amor filial y <strong>de</strong><br />

obediencia que les será propio, la conducirán al Aposento <strong>de</strong> la Madre que luego ella<br />

habitará mientras dure su vida. Y ella ya no <strong>de</strong>berá servir más en La Casa ni sufrirá<br />

reprimendas, sino que todos la servirán con amor y reverenciarán a quien será su madre<br />

pre<strong>de</strong>stinada. Por el espacio <strong>de</strong> un año, ella no tendrá autoridad en La Casa, siendo una<br />

aparte, instruyéndose en los textos secretos a los cuales los otros no tienen <strong>de</strong>recho <strong>de</strong><br />

acce<strong>de</strong>r y cumpliendo día tras día las indicaciones ahí expresadas hasta que esos nuevos<br />

conocimientos y prácticas la maduren para el estado que ha sido elegida.<br />

Este pasaje fue una sorpren<strong>de</strong>nte revelación para mí. Nuevamente recordé las<br />

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