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Edad de Cristal Guillermo Enrique Hudson Las - AMPA Severí Torres

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<strong>Edad</strong> <strong>de</strong> <strong>Cristal</strong> <strong>Guillermo</strong> <strong>Enrique</strong> <strong>Hudson</strong><br />

-¡Ven pronto, Yoleta, y sálvame <strong>de</strong> la muerte!, pero aun cuando mentalmente repetía<br />

las palabras una vez y otra en una extrema agonía <strong>de</strong> terror, mi lengua, congelada, se<br />

negaba a emitir un sonido; <strong>de</strong> inmediato escuché un leve paso sobre el piso y la clara voz<br />

<strong>de</strong> Yoleta.<br />

-¡Oh, al fin, te he encontrado, exclamó, te he estado buscando por toda La Casa.<br />

Tengo algo alegre para contarte algo para alegrarte más que aquel día en el que,<br />

¿recuerdas?, me viste acercarme a ti en el monte. La madre por fin ha <strong>de</strong>jado su alcoba y te<br />

aguarda impaciente en el Aposento ¡Ven, ven!<br />

Sus palabras sonaban nítidamente en mis oídos y aunque no podía elevar mis rígidos<br />

ojos para verla, aun así, me parecía verla mejor que nunca en una gloriosa frescura, con<br />

una nueva inusitada alegría o excitación que realzaba su no alcanzada hermosura, ¡con<br />

tanta claridad brillaba su imagen en mi alma! Y no sólo la <strong>de</strong> ella, al momento como un<br />

milagro <strong>de</strong> la mente toda la familia se me apareció: Chastel, mi dulce madre sufriente,<br />

como en ese día <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> mi enfermedad, cuando ella me había perdonado y me había<br />

extendido su mano para que se la besase. Como en esa oportunidad, ahora, me estaba<br />

mirando con fijeza, con tal amor y compasión divinos en sus ojos, sus labios entreabiertos<br />

y un leve rubor tiñendo su pálido rostro, haciendo renacer todo el encanto y lo radiante que<br />

la cruel enfermedad le había robado. ¡Y en mi alma, también, en ese instante supremo,<br />

como una escena entrevista a la luz <strong>de</strong> un relámpago que rasga la negra oscuridad, se<br />

iluminó La Casa con todas sus salas amplias y tranquilas, ricas en arte y antiguos<br />

recuerdos, cada una <strong>de</strong> sus piedras, reluciendo con sempiterna belleza; una Casa<br />

perdurando como las ver<strong>de</strong>s llanuras, los ríos tumultuosos, los montes solemnes y las<br />

sierras viejas como el mundo, entre las cuales estaba enclavada como una gema sagrada!<br />

¡Oh, dulce morada <strong>de</strong> amor, <strong>de</strong> paz y pureza <strong>de</strong>l corazón! ¡Oh, arrobamiento superior al <strong>de</strong><br />

los ángeles! ¡Sálvame la vida, Yoleta, mi novia, sálvame, sálvame... sálvame!<br />

Entonces algo tocó o cayó sobre mi cuello y en ese momento una sombra más <strong>de</strong>nsa<br />

pasó sobre la página frente a mí con todos sus ricos colores, flotando sin forma, como<br />

vapores uniéndose o separándose o bailando frente a mi vista como alados y brillantes<br />

insectos revoloteando a la luz <strong>de</strong>l sol; y ya sabía que ella se inclinaba sobre mí, su mano en<br />

mi nuca, sus sueltos cabellos cayendo sobre mi frente.<br />

En esa forzada quietud y silencio aguardé, expectante, por unos momentos.<br />

Luego un grito, como el <strong>de</strong> quien <strong>de</strong> pronto ve un negro fantasma rasgó toda la sala,<br />

repercutiendo <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> mi cabeza con la locura <strong>de</strong> su terror; cien manos apasionadas<br />

golpeaban sobre las arpas escondidas en los muros y el techo; inquietos sonidos llegaban<br />

hasta mí, ya fuertes, ya leves, cargados con una infinita angustia y <strong>de</strong>sesperación, como si<br />

<strong>de</strong> las voces <strong>de</strong> innumerables multitu<strong>de</strong>s errantes en sombríos espacios <strong>de</strong>solados, cada voz<br />

resonara con angustia y soledad y las sucesivas repercusiones me levantaban como olas y<br />

me <strong>de</strong>jaban caer, y las olas se empequeñecían y los sonidos <strong>de</strong>sfallecían más débiles, luego<br />

más débiles aún y se perdieron en el eterno silencio.<br />

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