Edad de Cristal Guillermo Enrique Hudson Las - AMPA Severí Torres
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<strong>Edad</strong> <strong>de</strong> <strong>Cristal</strong> <strong>Guillermo</strong> <strong>Enrique</strong> <strong>Hudson</strong><br />
La Casa para siempre!<br />
Ella me observó con una expresión que llegaba al horror, reflejada en su suave rostro<br />
y por unos instantes no replicó. Entonces pensé que si continuaba en esa tesitura <strong>de</strong> mi loca<br />
amenaza, realmente per<strong>de</strong>ría a Yoleta y el solo pensar en ello era más <strong>de</strong> lo que pudiese<br />
soportar. Por un momento casi odié al amor que me tornaba tan sin fuerza para oponerme a<br />
prácticas estúpidas y bárbaras. Habría sido grato, entonces, haberme sentido libre para<br />
lanzarles una maldición e irme, sacudiendo hasta el polvo <strong>de</strong> La Casa que hubiese quedado<br />
adherido a mis zapatos, suponiendo que algún polvo se hubiese adherido a ellos. Edra<br />
comenzó a hablar <strong>de</strong> nuevo, grave y tristemente, pero sin un atisbo <strong>de</strong> austeridad ni en su<br />
tono ni en su modo <strong>de</strong> censurarme por el uso irracional <strong>de</strong> mi lenguaje y por haber<br />
permitido que sentimientos <strong>de</strong> amargura y resentimiento se alojasen en mi corazón. Pero el<br />
<strong>de</strong>scorazonamiento y furia que se había adueñado <strong>de</strong> mí me hicieron reaccionar en contra<br />
<strong>de</strong>l remedio <strong>de</strong> una reconvención impartida tan gentilmente y volviendo la cara con<br />
obstinación me negué a respon<strong>de</strong>r. Estuvo un rato silenciosa, pero la juzgué mal cuando<br />
imaginé que ofendida me <strong>de</strong>jaría abandonado a mis propias reflexiones.<br />
-¿No sabe cuánto me apena?, dijo finalmente, acercándose algo a mí; hace un rato<br />
dijo que me quería; ¿es que halla placer en atormentar a quienes quiere?<br />
Sus palabras, y más que sus palabras su ternura, el tono doloroso, me urgieron a<br />
sentirme compungido y no lo pu<strong>de</strong> resistir.<br />
-Edra, mi dulce hermana, no imagine tal cosa, dije. Preferiría soportar mi castigo<br />
antes <strong>de</strong> causarle una pena. Mi cariño hacia usted no podría borrarse mientras yo tenga<br />
vida y entendimiento. Está en mí como el ver<strong>de</strong> en la hoja que sólo se cambia por severa<br />
<strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia.<br />
Ella sonrió perdonando y con los ojos húmedos, que en cierto modo me hizo recordar<br />
la alegría <strong>de</strong> los ángeles ante el pecador arrepentido, se agachó y rozó sus labios con los<br />
míos.<br />
-¿Cómo pue<strong>de</strong> amar a alguien más que así, Smith?, dijo, sin embargo dice que su<br />
amor por Yoleta exce<strong>de</strong> a todos.<br />
- Si, querida, exce<strong>de</strong> a todos los otros, tal como la luz <strong>de</strong>l sol exce<strong>de</strong> a la <strong>de</strong> la luna y<br />
las estrellas. ¡No pue<strong>de</strong> enten<strong>de</strong>rlo! ¿No la ha amado así algún hombre, hermana mía?<br />
Ella movió la cabeza y suspiró. ¡Es que ahora tampoco me entendía; ¿no habrían mis<br />
palabras traído a su me moría algún dulce o triste recuerdo?<br />
Con las manos cruzadas sobre la falda y su cara medio vuelta, permaneció sin fijar la<br />
mirada en nada. Parecía imposible que esa mujer tan tierna y hermosa no hubiese jamás<br />
experimentado los sentimientos acerca <strong>de</strong> los cuales le inquiría o que los hubiese apreciado<br />
en otros. Pero nada me respondió, y mientras permanecía acostado observándola mi estado<br />
febril me sumió otra vez en el sueño.<br />
Por varios días, durante los cuales recuperaba muy lentamente mis fuerzas, no se me<br />
permitía <strong>de</strong>jar la enfermería. Nada oí acerca <strong>de</strong> lo que habría <strong>de</strong> ser mi castigo, pues, <strong>de</strong><br />
intento, me abstuve <strong>de</strong> preguntar y nadie parecía dispuesto a a<strong>de</strong>lantarme un asunto tan<br />
<strong>de</strong>sagradable. Al tiempo se me permitió circular por La Casa y, cuando aún muy débil, fui<br />
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