Edad de Cristal Guillermo Enrique Hudson Las - AMPA Severí Torres
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<strong>Edad</strong> <strong>de</strong> <strong>Cristal</strong> <strong>Guillermo</strong> <strong>Enrique</strong> <strong>Hudson</strong><br />
Me paré y miré. El sol ya estaba próximo al horizonte y parcialmente oculto por las<br />
nubes bajas que comenzaban a tornarse grises orladas con púrpura y rojo; sus <strong>de</strong>sflecados<br />
bor<strong>de</strong>s parecían incendiados por intensas llamaradas amarillas. En lo alto, el cielo tenía la<br />
claridad <strong>de</strong> un cristal azul con listones <strong>de</strong> rayos amarillo pálido arrojados por la luz <strong>de</strong>l sol<br />
poniente que semejaban los rayos <strong>de</strong> una inmensa rueda celestial que llegaban hasta el<br />
cenit. La tierra ondulada con sus montes ver<strong>de</strong> oscuro; el follaje otoñal <strong>de</strong> diversos tonos se<br />
estiraba a lo lejos frente a nosotros, ya en sombras, ya iluminada por los áureos reflejos,<br />
mientras que la ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> montañas que aparecía cerca y estupenda ante nuestra vista,<br />
habíase tornado <strong>de</strong> azul oscura en violácea.<br />
<strong>Las</strong> dudas y temores que agitaban mi corazón me <strong>de</strong>jaban indiferente ante la<br />
extremada belleza <strong>de</strong>l paisaje. Me volví impacientemente para contemplar <strong>de</strong> nuevo su<br />
grácil figura, aun <strong>de</strong> incipiente adolescencia, por lo rígido <strong>de</strong> sus formas; mas, su rostro,<br />
arrebolado por la luz solar, coronado por su oscura y brillante cabellera, me la hacía<br />
aparecer como el rostro <strong>de</strong> una <strong>de</strong> las inmortales. La expresión <strong>de</strong> total <strong>de</strong>voción que<br />
reflejaba me obligó al silencio, me pareció que había sido tocada por la magia <strong>de</strong> natura,<br />
como la tierra y el cielo, y que estaba transfigurada; a la espera <strong>de</strong> que el trance pasase<br />
permanecí <strong>de</strong> pie a su lado, <strong>de</strong>scansando mi mano sobre su rodilla. Poco <strong>de</strong>spués bajó<br />
hacia mí su mirada y sonrió; entonces, volví al tema <strong>de</strong> la edad.<br />
- Seguramente Yoleta, dije, estaba sólo jugando conmigo, quiero <strong>de</strong>cir, divirtiéndose<br />
conmigo; realmente no pue<strong>de</strong> tener más que entre los quince o dieciséis años cuando mas.<br />
Ella <strong>de</strong> nuevo sonrió y movió la cabeza.<br />
- Oh, ahora entiendo, ya puedo resolver la adivinanza. Su tiempo es diferente, claro,<br />
como todo lo <strong>de</strong>más en esta latitud. Un mes ha <strong>de</strong> llamarse un año para uste<strong>de</strong>s y eso la<br />
haría tener... déjeme pensar ¿cuánto es doce por treinta y uno? ¡Que me cuelguen! Casi<br />
quinientos creo, es que soy tan nulo en cálculos mentales!, es justamente lo contrario,<br />
¿cuántas veces doce en treinta y uno?, bueno, en números redondos, dos veces y media.<br />
Eso sería absurdo. Usted no es un bebé. ¡Ah, ya lo tengo!, las estaciones se llamarán años,<br />
claro, como no lo pensé antes... tampoco, así tendría siete años y medio. Ahora sí lo veo<br />
claro, un año, significan dos <strong>de</strong> sus años, invierno y verano, son uno; eso haría que tuviese<br />
dieciséis años exactamente lo que había imaginado. ¿Es así, Yoleta?<br />
- Yo no sé <strong>de</strong> que habla, Smith, no lo estoy escuchando.<br />
- Bien, escuche por un momento y dígame ¿cuál es la duración <strong>de</strong> un año?<br />
- Dura <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que las hojas caen en otoño hasta que vuelven a caer en el próximo, y<br />
dura <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que las golondrinas llegan en primavera hasta que regresan nuevamente.<br />
- Y seria y honestamente, ¿tiene treinta y un años <strong>de</strong> edad?<br />
-¿No se lo dije? Sí, tengo treinta y un anos.<br />
- Bien, jamás escuché nada igual por los Santos <strong>de</strong>l Cielo! yo sé que es muy poco<br />
cortés preguntar la edad a una dama, pero ¿Sería tan amable <strong>de</strong> <strong>de</strong>cirme la edad <strong>de</strong> Edra?<br />
-¿Edra? tiene sesenta y tres.<br />
-¡Sesenta y tres, que me maten si tiene un día más <strong>de</strong> veintiocho! ¡Qué tonto soy,<br />
cómo no puedo mantener la calma! Pero, Yoleta, cómo me angustia. Casi no me animo a<br />
hacerle otra pregunta, pero dígame la edad <strong>de</strong> su padre.<br />
- El tiene casi doscientos años, ciento noventa y ocho, creo.<br />
-¡Dioses <strong>de</strong>l Cielo! Me he <strong>de</strong> volver rematadamente loco. No pu<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir más nada,<br />
me alejé y me senté en una piedra baja a cierta distancia con una sensación <strong>de</strong> aturdimiento<br />
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