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Edad de Cristal Guillermo Enrique Hudson Las - AMPA Severí Torres

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<strong>Edad</strong> <strong>de</strong> <strong>Cristal</strong> <strong>Guillermo</strong> <strong>Enrique</strong> <strong>Hudson</strong><br />

El momento <strong>de</strong> <strong>de</strong>scanso que yo estaba <strong>de</strong>seando con marcado interés, ya que<br />

habría <strong>de</strong> traerme renovadas sorpresas, llegó por fin, y sólo trajo extremas incomodida<strong>de</strong>s.<br />

Fui conducido (sin una simple vela) a lo largo <strong>de</strong> un oscuro pasadizo; luego, en un ángulo<br />

recto con el primero, otro, más ancho, menos oscuro don<strong>de</strong> había un gran número <strong>de</strong><br />

puertas una muy cerca <strong>de</strong> la otra. Estos, comprobé más tar<strong>de</strong>, eran los dormitorios o celdas<br />

<strong>de</strong> dormir y estaban a ambos lados en fila, abriendo a una terraza hacia el contrafrente <strong>de</strong> la<br />

casa. Tras haber alcanzado la puerta <strong>de</strong> mi “box", mi conductor corrió el panel <strong>de</strong>slizante y<br />

cuando hube tanteado mi camino hacia el oscuro interior la cerró tras <strong>de</strong> mí. No había más<br />

luz que la <strong>de</strong> las estrellas, ya que, opuesta a la entrada, había otra abertura hacia la noche,<br />

la que aparentemente no había <strong>de</strong> clausurarse nunca. El paisaje era el que ya había visto, el<br />

páramo en barranca hacia el río y la ancha superficie <strong>de</strong>l espejo <strong>de</strong> agua, reflejando las<br />

estrellas y los negros macizos <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s árboles. No se escuchaba ningún sonido salvo los<br />

gritos <strong>de</strong> una lechuza a la distancia y la nota lúgubre <strong>de</strong> alguna ave acuática. El aire <strong>de</strong> la<br />

noche penetraba frío y húmedo y hacía doler mis huesos aún cuando no estuviesen<br />

fracturados, y sintiéndome muy soñoliento y <strong>de</strong>sgraciado anduve hasta que tuve la<br />

recompensa <strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrir una cama angosta o un catre o una cama <strong>de</strong> enrejado sobre el cual<br />

había una cobija <strong>de</strong> paja y una pequeña almohada también <strong>de</strong> paja, y, muy doblado una<br />

especie <strong>de</strong> traje <strong>de</strong> dormir <strong>de</strong> lana. Demasiado cansado para no ocupar tan poco tentadora<br />

cama me saqué mi ropa, y solamente con mi mohoso tweed 14 por toda cobertura me acosté,<br />

pero no para dormir. ¡Miserable <strong>de</strong> mí! aún cuando mi cuerpo estaba abrigado, <strong>de</strong>masiado<br />

abrigado, el viento me azotaba la cara y mis pies y mis piernas <strong>de</strong>snudas, y ello hacíame<br />

imposible conciliar el sueño.<br />

Cerca <strong>de</strong> medianoche, estaba por quedarme semidormido cuando el ruido como <strong>de</strong><br />

una persona entrando a saltos en mi habitación me incomodó y sobresaltado, observé con<br />

horror, sentada sobre el piso, una bestia <strong>de</strong>masiado gran<strong>de</strong> para ser un perro, con enormes<br />

orejas erectas. Estaba intencionalmente observándome con sus ojos redondos y brillantes<br />

como un par <strong>de</strong> ver<strong>de</strong>s globos fosforescentes. Al no tener un arma, estaba in<strong>de</strong>fenso, a<br />

merced <strong>de</strong>l bruto y estuve por proferir un fuerte grito para pedir ayuda, pero como<br />

permanecía sentado tan quieto, me refrené y comencé a <strong>de</strong>sear que se fuera<br />

silenciosamente. Luego se levantó, fue a la puerta, la olió ruidosamente y creyendo que iba<br />

a librarme <strong>de</strong> su in<strong>de</strong>seada presencia, <strong>de</strong>jé caer mi cabeza en la almohada y permanecí<br />

inmóvil. Entonces volvió a observarme y al fin avanzando <strong>de</strong>liberadamente hasta mi lado<br />

me olió la cara. Pensé que mi fin había llegado y cerrando los ojos y sintiendo cómo se<br />

hume<strong>de</strong>cía mi frente, pese al frío, musité una plegaria. Cuando volví a mirar, la bestia se<br />

había esfumado ante mi inenarrable alivio.<br />

Parecía altamente sorpren<strong>de</strong>nte que un animal como un lobo entrase en la casa; mas,<br />

<strong>de</strong> inmediato recordé que no había visto perros en las cercanías <strong>de</strong> modo que cualquier<br />

clase <strong>de</strong> bestia salvaje o <strong>de</strong> caza podía entrar impunemente. Esto iba más allá <strong>de</strong> un chiste;<br />

<strong>de</strong> pronto todo esto me pareció un fin razonable para el absurdo pacto que se me había<br />

14 Tejido <strong>de</strong> lana<br />

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