Edad de Cristal Guillermo Enrique Hudson Las - AMPA Severí Torres
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<strong>Edad</strong> <strong>de</strong> <strong>Cristal</strong> <strong>Guillermo</strong> <strong>Enrique</strong> <strong>Hudson</strong><br />
esperanza que ar<strong>de</strong> con brillo por la mañana y que al atar<strong>de</strong>cer tanto se apaga, <strong>de</strong>be haber<br />
una valiente, racional e irreductible esperanza. Sería realmente extraño si <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> esto<br />
te abatieses y menos que olvidases algo; te diré <strong>de</strong> nuevo que sólo por otorgarte una<br />
felicidad durable y el anhelo <strong>de</strong> tu corazón, mi única esperanza pue<strong>de</strong> consagrarse.<br />
Consi<strong>de</strong>ra cuanto te digo en estas palabras. Y no pienses mal <strong>de</strong> mí, pues, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> muy<br />
poco, tu <strong>de</strong>bilidad pasará como una nube mañanera. Mas, para mi no habrá cambio alguno<br />
dado que <strong>de</strong>bo permanecer aquí día y noche con la sombra <strong>de</strong> la muerte. Cuando me haya<br />
ido y el sol caiga <strong>de</strong> nuevo sobre mi rostro, ya no lo sentiré ni lo veré y yaceré olvidada<br />
cuando tú estés en medio <strong>de</strong> tus años más felices.<br />
Sus palabras golpearon mi corazón con dolor agudo y compasivo.<br />
-¡No diga que será olvidada!, -exclamé con pasión;- pues si hubiese <strong>de</strong> partir yo aún<br />
amaré y adoraré su memoria, tal como lo hago ahora que está viva.<br />
Acarició mi mano y no habló; cuando la observé su rostro macilento había caído<br />
sobre la almohada y sus ojos estaban cerrados.<br />
- Estoy fatigada, fatigada,- murmuró; -permanece conmigo un poco más, pero<br />
déjame si me duermo.<br />
Al poco rato dormía, la luz que caía sobre su rostro que <strong>de</strong>scansaba sobre una<br />
almohada púrpura y con sus conmovedores ojos cerrados e inmóviles, era como una cara<br />
esculpida en marfil <strong>de</strong> alguien que hubiese sufrido como Isarte en La Casa y que hubiese<br />
perecido en pasadas generaciones. La abundante cabellera oscura que la enmarcaba parecía<br />
también muerta y <strong>de</strong>l color <strong>de</strong>l hierro enmohecido.<br />
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