15.05.2013 Views

Edad de Cristal Guillermo Enrique Hudson Las - AMPA Severí Torres

Edad de Cristal Guillermo Enrique Hudson Las - AMPA Severí Torres

Edad de Cristal Guillermo Enrique Hudson Las - AMPA Severí Torres

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>Edad</strong> <strong>de</strong> <strong>Cristal</strong> <strong>Guillermo</strong> <strong>Enrique</strong> <strong>Hudson</strong><br />

Ignoro cómo ocurrió, el recuerdo <strong>de</strong> todo ello permanece en una especie <strong>de</strong><br />

nebulosa. Imagino haber ido a alguna parte con una expedición en busca <strong>de</strong> plantas, pero si<br />

era en mi país, o fuera <strong>de</strong> él, no lo sé. De cualquier modo, recuerdo que me había ocupado<br />

<strong>de</strong>l estudio <strong>de</strong> las plantas con bastante entusiasmo y que mientras buscaba alguna variedad<br />

en las montañas, me senté a <strong>de</strong>scansar a la vera <strong>de</strong> un profundo barranco. Quizá hubiese<br />

sido al filo <strong>de</strong> un risco... <strong>de</strong> cualquier manera, si mi recuerdo es correcto, todo a mi<br />

alre<strong>de</strong>dor la tierra habría cedido precipitándome hacia abajo. Fue una caída consi<strong>de</strong>rable,<br />

probablemente <strong>de</strong> más <strong>de</strong> diez metros y quedé inconsciente. Cuánto tiempo permanecí ahí,<br />

sepultado por la tierra y las piedras que se habían <strong>de</strong>sprendido en mi caída, es imposible<br />

establecerlo quizá mucho. Finalmente me recobré y luché y me libré <strong>de</strong> ese débris, como<br />

un topo que llega a la superficie <strong>de</strong> la tierra para sentir sobre sus opacas pupilas el<br />

confortante brillo <strong>de</strong>l sol. Me vi apoyado, obviamente sobre manos y pies, en un inmenso<br />

foso provocado por la caída <strong>de</strong> un gigantesco árbol muerto cuyo contorno era <strong>de</strong> unos diez<br />

o doce metros. El árbol había rodado hacia el fondo <strong>de</strong>l barranco, pero el lugar en que<br />

habían quedado sus enormes raíces dañadas, estaba, advertí, en lo alto <strong>de</strong> una suave<br />

pendiente. ¿Cómo entonces podía yo haber caído tan abajo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ninguna altura? Esto me<br />

confundía enormemente. Parecía que la tierra firme hubiese estado divirtiéndose en alguna<br />

curiosa jugarreta <strong>de</strong> transformación durante los instantes o minutos <strong>de</strong> mi inconsciencia.<br />

Otra extraña circunstancia fue que tenía una gran cantidad <strong>de</strong> pequeñas raicillas fibrosas<br />

alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> todo mi cuerpo, <strong>de</strong> tal modo que yo parecía un bicho canasto gigantesco o un<br />

enorme botellón <strong>de</strong> forma humana, con un tejido <strong>de</strong> mimbre que lo recubriese. ¡Parecía que<br />

las raíces hubiesen crecido en torno mío! Felizmente estaban secas y quebradizas y sin<br />

mayor <strong>de</strong>sazón me puse a la tarea <strong>de</strong> liberarme <strong>de</strong> ellas. Tras haberme sacado esa envoltura<br />

leñosa, advertí que mi traje <strong>de</strong> turista, <strong>de</strong> rústica tela escocesa, no había sufrido ningún<br />

daño aun cuando <strong>de</strong>l mismo se <strong>de</strong>sprendía olor a moho y humedad; también mis botas <strong>de</strong><br />

escalar, con gruesas suelas, habían adquirido una apariencia herrumbrosa y estaban<br />

agrietadas, tal como si hubiese incursionado por un sitio arcilloso, mientras que mi<br />

sombrero <strong>de</strong> fieltro presentaba un estado lamentable y <strong>de</strong>scolorido al punto que me<br />

avergonzaba el calzármelo. No tenía mi reloj -quizá no lo hubiese tenido conmigo-, pero la<br />

libreta agenda, en la cual guardaba el dinero, estaba a salvo en el bolsillo interior <strong>de</strong> mi<br />

chaqueta.<br />

Feliz y agra<strong>de</strong>cido al haber escapado sin fractura <strong>de</strong> tan peligroso acci<strong>de</strong>nte, me<br />

dispuse a andar por el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l foso que pronto se ensanchaba hacia un valle existente<br />

entre dos empinadas sierras; al instante, viendo agua en el bajo y al tener sed, apuré el paso<br />

para beberla acostado boca abajo y al apaciguar mi sed que era más que humana me<br />

sorprendí al contemplar el rostro reflejado por el agua: era uno <strong>de</strong> piel y cabellos llenos <strong>de</strong><br />

arcilla y enredados con raicillas. Tras haberme saciado, me quité las ropas para po<strong>de</strong>r<br />

bañarme, y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una larga media hora <strong>de</strong> zambullidas y limpieza logré librarme <strong>de</strong> la<br />

suciedad acumulada. Mientras me secaba al aire, quité la arcilla y arenilla que había en mi<br />

ropa. Luego, ya refrescado, me vestí y proseguí mi marcha.<br />

Durante una hora aproximadamente seguí las vueltas y revueltas <strong>de</strong>l valle; mas, al no<br />

Página 3 <strong>de</strong> 109

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!