Edad de Cristal Guillermo Enrique Hudson Las - AMPA Severí Torres
Edad de Cristal Guillermo Enrique Hudson Las - AMPA Severí Torres
Edad de Cristal Guillermo Enrique Hudson Las - AMPA Severí Torres
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
<strong>Edad</strong> <strong>de</strong> <strong>Cristal</strong> <strong>Guillermo</strong> <strong>Enrique</strong> <strong>Hudson</strong><br />
La alta fiebre que me había atacado no cedió hasta el tercer día, en que caí en un<br />
sueño profundo <strong>de</strong>l cual <strong>de</strong>sperté aliviado y con el peligro superado. No me hallé al<br />
<strong>de</strong>spertar en mi celda familiar, sino en un espacioso apartamento, nuevo para mí, acostado<br />
en una cama confortable; sentada junto a mí, Edra. Diré que mi primer sentimiento fue <strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>cepción al no ver a Yoleta y al instante comencé a temer que en el <strong>de</strong>svarío <strong>de</strong> mi <strong>de</strong>lirio<br />
hubiese dicho cosas que arrancaran las vendas <strong>de</strong> los ojos <strong>de</strong> mis amables amigos <strong>de</strong> un<br />
modo muy rudo y que quizá el ser que más amaba hubiese sido retirado <strong>de</strong> mi presencia.<br />
Fue una bendición cuando Edra, en respuesta a mis preguntas, hechas con corazón<br />
tembloroso, me informó que había hablado muchísimo en mi <strong>de</strong>lirio, <strong>de</strong> manera<br />
incongruente, haciendo continuas preguntas sobre Venus, Diana, Juno y muchos otros<br />
nombres que, en La Casa, jamás habían escuchado. ¡Afortunadamente, mi mente loca<br />
había continuado preocupándose por ese problema inútil! También me contó que Yoleta<br />
me había velado día y noche sin alejarse <strong>de</strong> mi lado. Como al fin, la fiebre había cedido y<br />
yo había caído en un sueño reparador, ella también, su mano en la mía, había <strong>de</strong>jado caer<br />
su cabeza sobre la almohada y se había dormido. Entonces, sin <strong>de</strong>spertarla, la habían<br />
llevado a su habitación y Edra la había reemplazado.<br />
-¿No tiene nada más que preguntar?, me dijo luego con un tono <strong>de</strong> sorpresa en la<br />
voz.<br />
- No, nada más. Cuanto me ha contado me ha hecho muy feliz ¿qué otra cosa podía<br />
<strong>de</strong>sear saber?<br />
- Pero hay más para <strong>de</strong>cirle, Smith. Nosotros ahora sabemos que su mal es el<br />
resultado <strong>de</strong> su propia impru<strong>de</strong>ncia; y tan pronto como esté lo suficientemente bien para<br />
<strong>de</strong>jar su habitación y soportarlo <strong>de</strong>berá purgar el castigo.<br />
-¡Qué!, ¡castigo por haber estado enfermo!, exclamé, sentándome en la cama, ¿qué<br />
quiere <strong>de</strong>cirme Edra? ¡no escuché tal disparate en mi vida!<br />
Ella estaba molesta ante este exabrupto mío; mas tranquila y gravemente, repitió que<br />
<strong>de</strong>bía ser castigado por mi enfermedad.<br />
Al recordar cómo eran los castigos tenía frente a mí la perspectiva <strong>de</strong> una segunda<br />
larga separación <strong>de</strong> Yoleta y el pensamiento <strong>de</strong> tan excesiva severidad o mejor dicho, <strong>de</strong><br />
tan cruel injusticia me enfureció.<br />
-¡Por el Cielo!, no me someteré a ello, exclamé ¡Castigado por estar enfermo, quien,<br />
jamás ha oído algo semejante! Calculo que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>scubrirán que el puente <strong>de</strong> mi nariz<br />
no es suficientemente recto o que no puedo ver qué ocurre a la vuelta <strong>de</strong> una esquina y eso<br />
también será juzgado como un crimen que ha <strong>de</strong> ser expiado en confinamiento a pan y a<br />
agua! ¡No, uste<strong>de</strong>s no me castigarán; antes <strong>de</strong> someterme a tal tiranía me marcharé y <strong>de</strong>jaré<br />
Página 82 <strong>de</strong> 109