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Edad de Cristal Guillermo Enrique Hudson Las - AMPA Severí Torres

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<strong>Edad</strong> <strong>de</strong> <strong>Cristal</strong> <strong>Guillermo</strong> <strong>Enrique</strong> <strong>Hudson</strong><br />

habilidad que poseemos y el trabajo <strong>de</strong> nuestras manos tienen este único propósito, puesto<br />

que todo conocimiento o invención que tuviesen otra finalidad cualesquiera sería vacuo y<br />

vano, sin el valor <strong>de</strong> aquellos realizados a imagen <strong>de</strong>l Padre <strong>de</strong> la vida. Así como nuestras<br />

sensaciones humanas pue<strong>de</strong>n pervertirse y el paladar per<strong>de</strong>r su discriminación al punto que<br />

el hambriento <strong>de</strong>vore las frutas ácidas y las hierbas venenosas para alimentarse, también la<br />

mente pue<strong>de</strong> buscar otros sen<strong>de</strong>ros y un conocimiento que sólo lo conduzca a la miseria y<br />

la <strong>de</strong>strucción.<br />

“Así sabemos que en el pasado los hombres buscaban conocimientos diversos sin<br />

<strong>de</strong>tenerse a saber si eran para el bien o el mal; mas, cada ofensa <strong>de</strong> la mente o el cuerpo<br />

tiene su respuesta apropiada y mientras su mente se tornaba opaca, el buen y correcto<br />

conocer y discriminar que el Padre da a cada ser viviente, ya sea un hombre o una bestia,<br />

les fue negado. De ese modo, por incrementar su riqueza, fueron empobrecidos y tal como<br />

quien olvidando cuál <strong>de</strong>be ser el límite <strong>de</strong> sus faculta<strong>de</strong>s se queda por largo tiempo<br />

mirando el sol fijamente queda ciego por el abuso. Pero, no entendían la causa <strong>de</strong> su<br />

pobreza o su ceguera y se sentían <strong>de</strong>sdichados y eran tan sólo como náufragos en una<br />

pelada y solitaria roca en medio <strong>de</strong>l océano y se encontraban consumidos por la sed y no la<br />

podían saciar en una vertiente <strong>de</strong> agua dulce, sino en el agua áspera <strong>de</strong> la ola y volver a<br />

tener sed y beber <strong>de</strong> nuevo hasta que la locura se apo<strong>de</strong>rase <strong>de</strong> sus mentes y la muerte los<br />

liberase <strong>de</strong> sus miserias. Así sufrían sed y bebían nuevamente y estaban enloquecidos e<br />

inflamados por el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> apren<strong>de</strong>r los secretos <strong>de</strong> la naturaleza, vacilando en no lavar sus<br />

manos en sangre, buscando en el tejido vivo <strong>de</strong> los animales las escondidas fuentes <strong>de</strong> la<br />

vida. Es que, en su locura, ellos anhelaban ganar por medio <strong>de</strong>l conocimiento el dominio<br />

absoluto sobre la naturaleza, logrando así arrebatar al Padre <strong>de</strong>l mundo su prerrogativa.<br />

“Pero su vana ambición no duró y al final fue la muerte. La locura <strong>de</strong> sus mentes se<br />

apo<strong>de</strong>ró <strong>de</strong> sus cuerpos y los gusanos se multiplicaron en su carne corrupta y estos, tras<br />

alimentarse en sus tejidos, cambiaron <strong>de</strong> forma y tornándose alados, se alejaban por el aire<br />

como nubes <strong>de</strong> hormigas aladas que surgen en primavera, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su lugar <strong>de</strong> nacimiento y<br />

volando <strong>de</strong> cuerpo en cuerpo, llenaron la raza humana, por doquier, <strong>de</strong> corrupción y<br />

<strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia; y la Madre <strong>de</strong> los hombres fue así vengada <strong>de</strong> sus hijos por su orgullo y locura<br />

pereciendo miserablemente <strong>de</strong>vorados por los gusanos.<br />

“De la raza humana, sólo sobrevivió un pequeño remanente y estos eran hombres <strong>de</strong><br />

mente humil<strong>de</strong> quienes habían vivido separados y <strong>de</strong>sconocidos por sus congéneres: fue<br />

tras largas centurias que se a<strong>de</strong>lantaron hacia la tierra soledosa y la repoblaron pero no<br />

hallaron en ninguna parte ni rastros <strong>de</strong> aquellos que se habían extinguido. Es que la tierra<br />

había cubierto todas las ruinas <strong>de</strong> sus obras con su negro humus y sus ver<strong>de</strong>s bosques, tal<br />

como el hombre oculta sus escaras no visibles tras su ropaje nuevo y bello. Tampoco se<br />

sabe cuándo esta <strong>de</strong>strucción cayó sobre la raza humana; sólo sabemos que esa historia fue<br />

grabada hace cientos <strong>de</strong> años en pilares <strong>de</strong> granito <strong>de</strong> la Casa <strong>de</strong> Evor en las llanuras entre<br />

el mar y los nevados picachos <strong>de</strong> las montañas <strong>de</strong> Elf. Con ese fin, en pasadas centurias,<br />

algunos <strong>de</strong> nuestros peregrinos viajaron y han traído los documentos <strong>de</strong> estas cosas, ellas<br />

no son sólo conocidas en nuestra Casa, sino que lo son también en muchas casas alre<strong>de</strong>dor<br />

<strong>de</strong>l mundo; han sido escritas para instruir a los hombres y prevenirlos para todos los<br />

tiempos.<br />

"Pero para la raza humana no habrá un segundo error que conduzca a la oscuridad, ni<br />

existirá la búsqueda <strong>de</strong> conocimientos vanos y en la Casa <strong>de</strong>l Padre no habrá una segunda<br />

<strong>de</strong>solación y los sones alegres y melódicos que estuvieron silenciosos serán oídos por<br />

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