Edad de Cristal Guillermo Enrique Hudson Las - AMPA Severí Torres
Edad de Cristal Guillermo Enrique Hudson Las - AMPA Severí Torres
Edad de Cristal Guillermo Enrique Hudson Las - AMPA Severí Torres
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>Edad</strong> <strong>de</strong> <strong>Cristal</strong> <strong>Guillermo</strong> <strong>Enrique</strong> <strong>Hudson</strong><br />
-Eso es cierto, es más bien una verdad que no es la primera vez que escucho, pero no<br />
tiene ninguna relación con el tema que discutimos. Los hombres pasan y otros ocupan sus<br />
lugares; los árboles también se <strong>de</strong>terioran, pero el bosque no muere ni sufre las pérdidas<br />
individuales <strong>de</strong> los árboles. ¿No es acaso lo mismo con la casa y la familia que la habita<br />
que forman una unidad y se sostienen para siempre aunque sus componentes <strong>de</strong>berán,<br />
todos a su tiempo, convertirse en polvo?<br />
-¿No hay, entonces, <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> los materiales que componen la casa?, pregunté.<br />
- Por supuesto que sí. Aun la piedra más dura sufre el <strong>de</strong>sgaste a causa <strong>de</strong> los<br />
elementos, o por las pisadas <strong>de</strong> muchas generaciones <strong>de</strong> hombres; pero la piedra<br />
<strong>de</strong>sgastada se remueve y la casa no sufre. Fue su rápida respuesta.<br />
Jamás juzgué las cosas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ese punto <strong>de</strong> vista. Pero lo cierto es que po<strong>de</strong>mos<br />
edificar una casa cuando quiera que lo <strong>de</strong>seemos.<br />
-¡Construir una casa cuando quiera que lo <strong>de</strong>seemos! Ya había en su rostro esa<br />
mirada <strong>de</strong> asombro que amenazaba en convertirse en su expresión permanente mientras<br />
tuviese que conversar conmigo sobre cualquier tema.<br />
- Sí, o <strong>de</strong>moler otra si la hallamos ina<strong>de</strong>cuada. Pero su expresión <strong>de</strong> horror me obligó<br />
a callar y para acabar la oración <strong>de</strong> alguna manera agregué: ¿Por <strong>de</strong>scontado, no admite<br />
que una casa ha tenido un origen, un comienzo?<br />
- Sí, al igual que el bosque, la montaña, la raza humana, el propio mundo. El origen<br />
<strong>de</strong> todas estas cosas está cubierto por la niebla <strong>de</strong>l tiempo.<br />
- No ocurre nunca que una casa, en cierta forma sólidamente construida...<br />
-¿De cierta forma qué? Bueno, no importa, usted insiste en hablar con jeroglíficos.<br />
Por favor, termine lo que estaba diciendo.<br />
-¿Jamás ocurre que una casa sea <strong>de</strong>rruida por alguna fuerza natural: inundaciones,<br />
hundimientos <strong>de</strong> tierra o que la <strong>de</strong>struyan los rayos o el fuego?<br />
-¡No!<br />
Su respuesta me llegó subrayada por tal énfasis que casi me sacó <strong>de</strong> mi asiento.<br />
-¿Es usted tan ignorante <strong>de</strong> estas cosas que habla <strong>de</strong> edificar o <strong>de</strong>moler una casa?<br />
- Bien, yo creía saber bastante acerca <strong>de</strong> estas cosas, suspiré; pero quizá estuviese<br />
equivocado. La gente con frecuencia lo está. Quisiera oírle <strong>de</strong>cir algo más acerca <strong>de</strong> estas<br />
cosas, acerca <strong>de</strong> la casa, la familia y todo lo <strong>de</strong>más.<br />
-¿Entonces, no pue<strong>de</strong> usted leer, no le han enseñado absolutamente nada?<br />
-¡Oh, sí!, ciertamente, puedo leer, respondí alegremente ante la creencia que se me<br />
habría <strong>de</strong> abrir el camino para escapar <strong>de</strong> las dificulta<strong>de</strong>s. No soy en absoluto una persona<br />
estudiosa, quizá cuando me sienta más feliz sea cuando no tengo nada para leer. No<br />
obstante ocasionalmente miro los libros y aprecio mucho su modo gentil y bondadoso.<br />
Ellos nunca se cierran con un golpe, ni se arrojan contra nuestras cabezas por una<br />
nimiedad; y parecen silenciosamente agra<strong>de</strong>cidos por ser leídos, aun por una persona<br />
estúpida, y pacientemente enseñan como una joven bonita <strong>de</strong> espíritu sumiso.<br />
- Estoy muy feliz <strong>de</strong> escucharlo. Usted apren<strong>de</strong>rá todas estas cosas solo, lo cual es el<br />
mejor método. O quizá yo <strong>de</strong>biera <strong>de</strong>cir que por la lectura los volverá a su mente, pues es<br />
imposible creer que siempre haya estado en una condición tan lamentable como ahora.<br />
Sólo puedo atribuir la misma, con sus <strong>de</strong>sbordadas fantasías acerca <strong>de</strong> las ciuda<strong>de</strong>s o <strong>de</strong> los<br />
inmensos colmenares <strong>de</strong> seres humanos y otras cosas igualmente espantosas <strong>de</strong> ser<br />
contempladas y su absoluto <strong>de</strong>sconocimiento <strong>de</strong> temas comunes <strong>de</strong>l saber, al grave<br />
acci<strong>de</strong>nte que ha tenido en las sierras. Es indudable que al caer su cabeza ha sido golpeada<br />
por una piedra. Hemos <strong>de</strong> <strong>de</strong>sear que habrá <strong>de</strong> mejorarse pronto y que recobre el uso <strong>de</strong> su<br />
memoria y sus faculta<strong>de</strong>s. Pero ahora nos resarciremos en el comedor, pues es mejor<br />
Página 15 <strong>de</strong> 109