15.05.2013 Views

Edad de Cristal Guillermo Enrique Hudson Las - AMPA Severí Torres

Edad de Cristal Guillermo Enrique Hudson Las - AMPA Severí Torres

Edad de Cristal Guillermo Enrique Hudson Las - AMPA Severí Torres

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>Edad</strong> <strong>de</strong> <strong>Cristal</strong> <strong>Guillermo</strong> <strong>Enrique</strong> <strong>Hudson</strong><br />

grabar en la piedra dice que si alguna vez una madre tuviese una pena mayor, la estatua<br />

<strong>de</strong>bía ser sacada <strong>de</strong> su lugar y <strong>de</strong>struida y sus fragmentos enterrados junto con todas las<br />

cosas olvidadas y el nombre <strong>de</strong> Isarte borrado <strong>de</strong> La Casa.<br />

Me oprimía el pensar que por un tan prolongado tiempo ese rostro <strong>de</strong> pesar in<strong>de</strong>cible<br />

hubiese contemplado a tantas generaciones que se sucedieron.<br />

- Es extraño, murmuré, pero cree, Yoleta, que el pesar <strong>de</strong> una persona pue<strong>de</strong><br />

perpetuarse así en la casa, pues, ¿quién pue<strong>de</strong> admirar ese rostro sin pena aun cuando<br />

recuer<strong>de</strong> que ese dolor que expresa terminó hace centurias?<br />

- Pero ella era una madre, Smith, ¿no lo entien<strong>de</strong>? No estaría bien que nosotros<br />

quisiésemos que nuestros pesares se recordasen por siempre causando una pena a quienes<br />

nos suce<strong>de</strong>n; pero en una madre es distinto: sus <strong>de</strong>seos son sagrados y su voluntad es justa.<br />

Sus palabras me sorprendieron mucho porque yo había oído <strong>de</strong> hombres infalibles,<br />

pero nunca <strong>de</strong> mujeres; es más, la mujer a quien iba a ver ahora era también una "madre <strong>de</strong><br />

La Casa", una sucesora <strong>de</strong> esta real Isarte. Temiendo haber encarado un tema espinoso, no<br />

dije más nada y siguiendo nuestro camino pronto llegamos al Aposento <strong>de</strong> la Madre y la<br />

gran puerta <strong>de</strong> vidrio estaba totalmente abierta. A la pálida luz <strong>de</strong> la luna, hallamos a<br />

Chastel sobre el diván en don<strong>de</strong> la había visto antes, pero estaba totalmente acostada a lo<br />

largo y tenía sólo una asistente con ella.<br />

Yoleta se acercó y agachándose tocó con sus labios el pálido e inmóvil rostro.<br />

- Madre, dijo, he traído a Smith <strong>de</strong> nuevo; está ansioso por <strong>de</strong>cirle algo si lo quiere<br />

escuchar.<br />

- Sí, lo escucharé, respondió, permítele sentarse cerca <strong>de</strong> mí y ahora vuélvete, pues tu<br />

voz será necesaria. Y usted pue<strong>de</strong> ya <strong>de</strong>jarme, agregó, dirigiéndose a la otra dama.<br />

<strong>Las</strong> dos partieron juntas y yo procedí a sentarme en un almohadón junto al diván.<br />

-¿Qué es lo que <strong>de</strong>sea <strong>de</strong>cirme?, inquirió. Sus palabras no eran muy acogedoras, mas<br />

su voz sonó algo más grata ahora y yo <strong>de</strong> inmediato comencé<br />

- Calle, dijo antes que hubiese pronunciado dos palabras. Espere hasta que esto<br />

termine, estoy escuchando la voz <strong>de</strong> Yoleta.<br />

A través <strong>de</strong> la larga y penumbrosa galería y la puerta abierta, suaves sones musicales<br />

llegaban flotando hasta nosotros y se oyó mezclándose con otras, una voz más clara, más<br />

cristalina; crecía hasta alcanzar mayor fuerza, pero pronto <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> ser i<strong>de</strong>ntificable;<br />

entonces suspiró y se dirigió nuevamente a mí.<br />

-¿Dón<strong>de</strong> ha estado toda la noche, pues no estuvo en la cena?<br />

-¿Sabía eso? pregunté con sorpresa.<br />

- Sí, sé todo cuanto ocurre en La Casa. La lectura y el trabajo <strong>de</strong> cualquier naturaleza<br />

son un dolor y fatiga. Lo único que me queda es enterarme <strong>de</strong> lo que otros hacen o dicen y<br />

conocer su ir y venir. Mi vida es ahora sólo una sombra <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> los otros.<br />

- Entonces, dije, <strong>de</strong>bo <strong>de</strong>cirle cómo pasé el tiempo tras verla hoy, pues estaba solo y<br />

nadie pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirle qué hice. Me alejé por la ribera <strong>de</strong>l río hasta llegar al bosquecillo <strong>de</strong><br />

gran<strong>de</strong>s árboles junto a la orilla y allí permanecí sentado hasta que salió la luna, con mi<br />

corazón rebosando <strong>de</strong> pena y amargura inenarrables.<br />

Página 67 <strong>de</strong> 109

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!