Edad de Cristal Guillermo Enrique Hudson Las - AMPA Severí Torres
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<strong>Edad</strong> <strong>de</strong> <strong>Cristal</strong> <strong>Guillermo</strong> <strong>Enrique</strong> <strong>Hudson</strong><br />
palabras <strong>de</strong> Chastel, sus repetidas afirmaciones <strong>de</strong> que ella sabía lo que yo sentía, que sus<br />
ojos veían las cosas más claramente <strong>de</strong> lo que los otros pudiesen verlas, que sólo con<br />
cumplir con el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> mi corazón podría verse colmada la única esperanza <strong>de</strong> su vida.<br />
Ahora me parecía posible compren<strong>de</strong>r sus oscuras palabras, y una nueva excitación, plena<br />
<strong>de</strong> alegría y esperanza, creció en mí haciendo que olvidase todas las miserias que acababa<br />
<strong>de</strong> experimentar y hasta esa creciente sensación <strong>de</strong> frío causada por el contenido <strong>de</strong>l<br />
líquido <strong>de</strong>l misterioso frasco.<br />
Continué leyendo, pero el pasaje anterior era seguido por minuciosas instrucciones<br />
que se extendían por varias páginas, relativas al vestido tanto para las ocasiones comunes y<br />
las extraordinarias que <strong>de</strong>bía ser usado por la hija elegida durante ese año <strong>de</strong> preparación;<br />
la conducta que <strong>de</strong>bía ella observar hacia los otros miembros <strong>de</strong> la familia y a<strong>de</strong>más hacia<br />
los peregrinos que visitasen la casa en ese intervalo, con otros asuntos <strong>de</strong> importancia<br />
secundaria. Impaciente por llegar al final intenté volver las hojas rápidamente, pero sentí<br />
que mi brazo se ponía extraordinariamente tieso y frío; cuando lo levanté parecía un brazo<br />
<strong>de</strong> hierro, <strong>de</strong> modo que volver cada hoja era un trabajo ímprobo. Sin embargo, aún leí otra<br />
hoja pero con la mayor dificultad, pues mis ojos, no siguiendo la ansiedad <strong>de</strong> mi mente,<br />
comenzaron a estar más y más rígidos, fijos sobre el centro <strong>de</strong> la hoja, <strong>de</strong> modo que<br />
escasamente los podía forzar a seguir los renglones. Aquí leí que la novia elegida, al haber<br />
transcurrido su año <strong>de</strong> preparación, se levantaba antes <strong>de</strong>l alba y se dirigía a un sitio<br />
indicado, a gran distancia <strong>de</strong> La Casa, para pasar allí varias horas <strong>de</strong> meditación en soledad<br />
y silencio, comulgando con su corazón. Mientras tanto en La Casa todos los otros se<br />
engalanaban con túnicas púrpuras y a la salida <strong>de</strong>l sol iban a cantar y cortar flores para<br />
adornar sus cabezas; luego irían hacia el lugar señalado, buscaban a su nueva madre y la<br />
conducían a La Casa entre música y regocijo.<br />
Mientras leía <strong>de</strong> esta manera penosa y <strong>de</strong>sgraciada había llegado al pie <strong>de</strong> la página e<br />
intenté volverla y <strong>de</strong>scubrí que ya no lo podía, siendo mis brazos como piezas <strong>de</strong> hierro<br />
totalmente carentes <strong>de</strong> sensibilidad, mientras que mis manos, rígidamente prendidas al<br />
libro, como las manos <strong>de</strong> un cadáver helado, lo mantenían recto y rígido frente a mí.<br />
Intenté levantarme para sacudirme esa extraña sensación <strong>de</strong> muerte <strong>de</strong>l cuerpo, pero estaba<br />
imposibilitado para mover un solo músculo. ¿Cuál era la causa <strong>de</strong> hallarme en esta<br />
condición?, pues no tenía absolutamente ningún dolor ni incomodidad ya que la sensación<br />
<strong>de</strong> intenso frío casi había cesado y mi mente estaba clara y activa y podía oír y ver, pero<br />
tan impotente como si hubiese estado enterrado en un sarcófago <strong>de</strong> mármol a mil brazas<br />
bajo tierra.<br />
Repentinamente recordé la inscripción <strong>de</strong>l frasco, y una terrible duda atravesó mi<br />
alma. ¡Dios!, ¿habría yo equivocado el significado <strong>de</strong> las extrañas palabras que había<br />
leído? ¿Sería la muerte la cura que ese misterioso frasco prometía a aquellos quienes<br />
bebiesen su contenido? “Cuando la vida se torna una carga, es bueno <strong>de</strong>jarla yacer"<br />
Aunque <strong>de</strong>masiado tar<strong>de</strong> las palabras con que el padre me reconvenía <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> mi fiebre<br />
volvían a mi mente con todo su tremendo significado.<br />
Al mismo tiempo escuché una voz pronunciando mi nombre y en ese momento mi<br />
tempestad interna se acalló. Si, era la voz <strong>de</strong> mi amada -ella venía hacia mí-, me salvaría en<br />
este horrendo momento. Una y otra vez llamó, pero se la escuchaba más y más lejana; y<br />
con angustia inenarrable recordé que no podría verme en don<strong>de</strong> estaba sentado y traté <strong>de</strong><br />
gritar:<br />
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