15.05.2013 Views

Edad de Cristal Guillermo Enrique Hudson Las - AMPA Severí Torres

Edad de Cristal Guillermo Enrique Hudson Las - AMPA Severí Torres

Edad de Cristal Guillermo Enrique Hudson Las - AMPA Severí Torres

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>Edad</strong> <strong>de</strong> <strong>Cristal</strong> <strong>Guillermo</strong> <strong>Enrique</strong> <strong>Hudson</strong><br />

- Yo no comprendo qué quiere <strong>de</strong>cir acerca <strong>de</strong> la letra <strong>de</strong>l canto. No me hable ahora,<br />

Smith.<br />

- Oh, está bien, contesté pensando que todo era muy extraño y tomando asiento<br />

dividí mi atención entre mi bella calza y Yoleta aún <strong>de</strong>splazándose por el lugar con<br />

expresión ausente.<br />

Al rato, su extraño modo se disipó pero no me animé a volver a hablar <strong>de</strong> música, y a<br />

poco nos encaminamos hacia el comedor, en don<strong>de</strong> por las siguientes dos o tres horas nos<br />

ocupamos gratamente <strong>de</strong> ese proceso que algunos nuevos teorizadores nos informan<br />

constituye el máximo placer <strong>de</strong> la vida.<br />

Esa noche escuché casualmente un breve y curioso dialogo. El padre <strong>de</strong> La Casa, tal<br />

como yo me había acostumbrado a llamar a nuestro jefe, tras levantarse <strong>de</strong> su asiento se<br />

<strong>de</strong>tuvo unos minutos para conversar, cerca <strong>de</strong> mí, mientras Yoleta, con su mano sobre su<br />

brazo, aguardaba que terminase. Cuando hubo concluido, se volvió hacia ella. Ella en voz<br />

muy baja, dijo:<br />

- Padre, yo conduciré esta noche.<br />

El le colocó su mano sobre la cabeza y bajando su mirada estudió esa cara hacia él<br />

levantada:<br />

- Ay, hija mía, dijo con una sonrisa. ¿Debo adivinar qué te ha inspirado hoy? Has<br />

estado escuchando el paso <strong>de</strong> los pájaros, yo también los escuché esta mañana cuando<br />

pasaban en bandadas y tú los has estado siguiendo con el pensamiento allá lejos hasta<br />

aquellas tierras <strong>de</strong> sol radiante a don<strong>de</strong> nunca llega el invierno.<br />

- No padre, replicó, sólo he estado a poca distancia <strong>de</strong> La Casa con el pensamiento,<br />

sólo en ese lugar don<strong>de</strong> aún no ha crecido la hierba para ocultar las cenizas y humus<br />

sueltos.<br />

Se inclinó y besó su frente, luego se alejó y ella, sin reparar en mi ávida mirada,<br />

también se fue.<br />

Se suponía que alguien <strong>de</strong>bía conducir el canto cada noche, pero siempre me<br />

resultaba imposible <strong>de</strong>scubrir quién guiaba; sin embargo, ahora, tras haber sorprendido esa<br />

conversación, supe que justamente esa noche sería Yoleta y a pesar <strong>de</strong> la muy pobre<br />

opinión expresada por ella referente a mi habilidad musical, estaba preparado para admirar<br />

la ejecución más que nunca.<br />

Comenzó <strong>de</strong>l mismo modo misterioso e in<strong>de</strong>finible; al rato, cuando empezó a tomar<br />

forma <strong>de</strong> melodía, se apo<strong>de</strong>ró <strong>de</strong> mi, la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que estaba escuchando un fraseo que me<br />

fuera familiar. A la larga <strong>de</strong>scubrí que era la música <strong>de</strong> Campana, pero cantada <strong>de</strong> un modo<br />

como jamás lo había escuchado. Es que la melodía M'appar sulla tomba había sido tan<br />

transformada y espiritualizada que su propio autor habría escuchado en éxtasis esos<br />

acentos dolorosos que habían pasado por el alambique <strong>de</strong> mentes más <strong>de</strong>licadamente<br />

organizadas. Escuchando recordé con profundo pesar que el pobre Campana había<br />

fallecido hacía poco en Londres; casi al mismo tiempo volvió a mí el recuerdo <strong>de</strong> mi<br />

querida madre cuya muerte temprana fue el primer pesar <strong>de</strong> mi adolescencia. Todos los<br />

cantos que yo le había oído entonar volvieron a mi sonando en mi mente con inusitada<br />

alegría, pero siempre apagándose con fúnebre y extraña tristeza. Y no solamente mi madre,<br />

Página 52 <strong>de</strong> 109

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!