15.05.2013 Views

Edad de Cristal Guillermo Enrique Hudson Las - AMPA Severí Torres

Edad de Cristal Guillermo Enrique Hudson Las - AMPA Severí Torres

Edad de Cristal Guillermo Enrique Hudson Las - AMPA Severí Torres

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>Edad</strong> <strong>de</strong> <strong>Cristal</strong> <strong>Guillermo</strong> <strong>Enrique</strong> <strong>Hudson</strong><br />

Mi enfermedad, aun cuando aguda, había pasado tan rápidamente que confiaba<br />

en un completo y rápido restablecimiento para saberme en mi natural estado <strong>de</strong> vigor y<br />

salud. Pese a ello, muchos días pasaron y fracasaba en recobrar mis fuerzas y tenía la<br />

sensación <strong>de</strong> quien ha podido <strong>de</strong>jar su lecho <strong>de</strong> enfermo. Esto al principio me sorprendió y<br />

disgustó, al poco tiempo comencé a reconciliarme con tal estado y aun a <strong>de</strong>scubrir que<br />

tenía ciertas ventajas, la principal fue que el tumulto <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as en mi mente se había<br />

disipado por una temporada y me hallaba ansiosamente requerido por nada.<br />

Mis amigos me aconsejaban que no trabajase; mas, no <strong>de</strong>seando comer el pan <strong>de</strong> la<br />

ociosidad aunque la ración fuese poca por mi falta <strong>de</strong> apetito, me obligué a ir todas las<br />

mañanas al taller y ocuparme por dos o tres horas <strong>de</strong> alguna tarea mecánica liviana, que no<br />

exigiese esfuerzo físico ni mental. Aun este jugar a trabajar me fatigaba. Entonces, tras<br />

cambiar mi ropa, me iba a <strong>de</strong>scansar a la sala <strong>de</strong> música para continuar mi búsqueda tras el<br />

escondido conocimiento en cuanto libro hallase ahí; pues, ya podía leer; resultado que mi<br />

dulce mentora había sido la primera en advertir y <strong>de</strong> inmediato había abandonado las<br />

lecciones que tanto había amado, permitiéndome andar, a voluntad, sin guía, en ese páramo<br />

<strong>de</strong> extraña literatura. Yo nunca había estado en la biblioteca, ni sabía en qué parte <strong>de</strong> La<br />

Casa estaba colocada. Tampoco había expresado el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> verla. Ello por dos razones:<br />

una, por haber resuelto a medias - mis resoluciones eran generalmente <strong>de</strong> este tenor- no<br />

aparecer con el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> saber <strong>de</strong>masiado; la otra, la <strong>de</strong> mayor peso, era la <strong>de</strong> que nunca<br />

había sido afecto a las bibliotecas. Me oprime penosamente mi inferioridad mental; todas<br />

esas <strong>de</strong>cenas <strong>de</strong> miles <strong>de</strong> volúmenes, conteniendo temas tan importantes e inapreciables,<br />

parecen tener una suerte <strong>de</strong> existencia colectiva y mirarme <strong>de</strong>s<strong>de</strong> sus alturas como a un<br />

hombre con gran<strong>de</strong>s ojos <strong>de</strong> búho; como a un intruso en terreno sagrado - un bárbaro -,<br />

cuyo real lugar es el monte. Es una mera fantasía, lo sé, pero me inhibe y prefiero no<br />

colocarme en tal situación. Cierta vez, en un libro encontré un pasaje bochornoso acerca <strong>de</strong><br />

gente “con constitución corpórea caballar y mentes estrechas", lo que me hizo sonrojar<br />

dolorosamente; mas, justamente, en la página siguiente, el escritor hace enmiendas<br />

diciendo que uno <strong>de</strong>biera sentirse conforme si en la lotería <strong>de</strong> la vida tiene el premio <strong>de</strong> un<br />

buen estómago sin intelecto ya que ello es mejor que un fino intelecto con un estómago<br />

loco. Me había tocado un buen estómago e hígado, pulmones y corazón que se le<br />

apareaban y nunca me había sentido en <strong>de</strong>sacuerdo con mi premio. Ahora, <strong>de</strong> cualquier<br />

manera, parecía propio que yo <strong>de</strong>biese brindar unas horas cada día a la lectura ya que,<br />

hasta don<strong>de</strong> mi conversación y estrecha intimidad con la gente <strong>de</strong> la casa había llegado, no<br />

me había permitido disipar la nube <strong>de</strong> misterio que escondían sus costumbres; y por<br />

costumbres aquí me refiero al tratamiento amoroso y el matrimonio, pues eso era para mí<br />

lo principal. Los libros que leí o en los que me sumergí eran <strong>de</strong> alto interés, especialmente<br />

los raros que revisé pertenecientes a la larga serie <strong>de</strong> <strong>Las</strong> Casas <strong>de</strong>l Mundo, abundantes en<br />

temas maravillosos y entretenidos. Había a<strong>de</strong>más historia <strong>de</strong> La Casa y trabajos sobre arte,<br />

Página 86 <strong>de</strong> 109

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!