18.05.2013 Views

GERALD DURRELL - Fieras, alimañas y sabandijas - Galeón

GERALD DURRELL - Fieras, alimañas y sabandijas - Galeón

GERALD DURRELL - Fieras, alimañas y sabandijas - Galeón

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—No vas a quedarte con él. Te lo prohíbo —dijo Larry—. No pienso permitir que esto se<br />

convierta en el foso de los osos.<br />

—¿De dónde lo has sacado, hijo? —preguntó Mamá.<br />

—Me da igual de dónde lo haya sacado —dijo Larry—. Que se lo vuelva a llevar ahora<br />

mismo, inmediatamente, antes de que nos despedace. Este niño no tiene sentido de la<br />

responsabilidad. No estoy dispuesto a convertirme en cristiano arrojado a las fieras en lo<br />

mejor de la vida.<br />

Pavlo se alzó sobre las patas traseras y emitió un largo gemido sibilante, que yo interpreté<br />

en el sentido de que deseaba unírsenos en la degustación de cualesquiera exquisiteces que<br />

hubiera en la mesa de la merienda. La familia lo interpretó de otra manera.<br />

—¡Aaah! —aulló Margo, como si la hubieran mordido—. ¡Nos ataca!<br />

—Gerry, por favor, ten mucho cuidado —dijo Mamá.<br />

—Yo no respondo de lo que puedo hacer con ese niño —dijo Larry.<br />

—Eso será si sales vivo de ésta —dijo Leslie—. ¡Margo, cállate, que no sirves más que<br />

para empeorar las cosas! ¡Le vas a provocar, coño!<br />

—¡Puedo gritar si me apetece! —replicó Margaret indignada.<br />

Tan vocinglero era el susto de la familia, que no me habían dado ocasión de explicarles.<br />

En ese punto lo intenté. Les dije que, en primer lugar, Pavlo no era mío, y en segundo, que<br />

estaba domesticado como un perro y era incapaz de hacerle daño a una mosca.<br />

—Dos afirmaciones que me niego a creer —dijo Larry—. Tú lo has mangado de algún<br />

maldito circo. No sólo nos va a sacar las tripas, sino que encima nos meterán en la cárcel por<br />

dar asilo a mercancías robadas.<br />

—Bueno, bueno, hijo, deja que Gerry nos lo explique —dijo Mamá.<br />

—¿Que nos lo explique? ¿Que nos lo explique? —repitió Larry—. ¿Cómo se puede<br />

explicar la presencia de un oso como un castillo en un cuarto de estar?<br />

Dije que el oso era propiedad de un gitano que tenía una cabeza parlante.<br />

—¿Cómo una cabeza parlante? —preguntó Margo.<br />

Dije que era una cabeza separada del cuerpo, que hablaba.<br />

—Este niño ha perdido el juicio —dijo Larry con convicción—. Hay que llevarle a un<br />

psiquiatra cuanto antes.<br />

Todos se habían replegado al rincón más alejado de la habitación, y formaban allí un<br />

grupo tembloroso. Repliqué indignado que lo que decía era absolutamente cierto, y para<br />

demostrarlo iba a hacer bailar a Pavlo. Tomé de la mesa un pedazo de bizcocho, introduje un<br />

dedo por la anilla del bozal y formulé las mismas órdenes que había visto dar a su amo. Con<br />

los ojos puestos codiciosamente en el bizcocho, Pavlo se enderezó y bailó conmigo.<br />

—¡Anda, mirad! —exclamó Margo—. ¡Mirad! ¡Está bailando!<br />

—Me importa un pimiento que evolucione como todo un cuerpo de baile —dijo Larry—.<br />

Exijo que se lleven de aquí a ese condenado bicho.<br />

Empujé el bizcocho a través del bozal y Pavlo lo sorbió ávidamente.<br />

—La verdad es que es bastante mono —dijo Mamá, ajustándose las gafas y<br />

contemplándole con interés—. Recuerdo que mi hermano tuvo una vez un oso en la India. Era<br />

un animalito muy cariñoso.<br />

—¡No! —exclamaron Larry y Leslie al unísono—. ¡No se lo puede quedar!<br />

Dije que no me lo podría quedar en ningún caso, porque el dueño no lo quería vender.<br />

—Esa suerte que hemos tenido —dijo Larry—. Y ahora, rico, ¿por qué no vas a<br />

devolvérselo, si habéis acabado ya de hacer vuestro número de cabaret con la mesa del té?<br />

Cogí otro pedazo de bizcocho para sobornarle, volví a pasar un dedo por la anilla del<br />

bozal y saqué a Pavlo de la casa. Cuando ya íbamos a medio camino por el olivar<br />

encontramos al desesperado propietario.<br />

— ¡Mírale! ¡Mírale! Pero mira que es malo. No tenía ni idea de adonde se habría podido<br />

ir. Nunca se aparta de mí, por eso no le tengo atado. Ha debido de cogerte mucho cariño.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!