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GERALD DURRELL - Fieras, alimañas y sabandijas - Galeón

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—Oh, Mamá, ¿cómo puedes tener unas ideas tan convencionales y tan del siglo pasado?<br />

—exclamó Margo exasperada.<br />

—Mi-querida-señora-Durrell-hay-que-aprender-a-confiar-en-las-grandes-influencias-delmundo-espiritual-que-al-fin-y-al-cabo-sólo-pretenden-ayudarnos-y-guiarnos…<br />

Uaaaha —dijo<br />

la señora Haddock—. Yo-creo-que-si-usted-viniera-a-una-de-nuestras-reuniones-seconvencería-de-los-grandes-poderes-benéficos-que-tienen-nuestros-guías-espirituales…<br />

Uaaaha.<br />

—Yo prefiero guiarme por mi propio espíritu, muchas gracias —dijo Mamá con dignidad.<br />

—La miel ya no es como antes —dijo tía Fan, que había estado meditando sobre el<br />

asunto.<br />

—Todo eso son prejuicios, Mamá —dijo Margo—. Estás condenando una cosa sin<br />

probarla siquiera.<br />

—Estoy-segura-de-que-si-convence-usted-a-su-madre-para-que-asista-a-una-de-nuestrasreuniones…<br />

Uaaaha —dijo la señora Haddock—, ella-misma-verá-cómo-ante-sí-se-abre-unmundo-nuevo.<br />

—Sí, Mamá —dijo Margo—, tienes que asistir a una reunión. Estoy segura de que te<br />

convencerías. ¡Se ven y se oyen unas cosas! Al fin y al cabo, cuando el río suena, ganancia de<br />

pescadores.<br />

Yo veía que Mamá estaba librando una batalla interior. Desde hacía muchos años le<br />

interesaban profundamente las supersticiones, la magia popular, la brujería y demás temas<br />

afines, y en aquellos momentos la tentación de aceptar el ofrecimiento de la señora Haddock<br />

era muy grande. Yo contenía la respiración, en espera de que aceptase. Nada me apetecía más<br />

en aquel instante que ver a la señora Haddock cubierta de sesos y con trompetas volándole<br />

alrededor de la cabeza.<br />

—Bueno —dijo Mamá, indecisa—, ya veremos. Mañana hablaremos de ello.<br />

—Estoy-segura-de-que-una-vez-que-rompamos-la-barrera-para-usted-podremos-darlemucha-ayuda-e-iluminación…<br />

Uaaaha —dijo la señora Haddock.<br />

—Sí, sí —asintió Margo—. ¡Mawake es sencillamente maravilloso!<br />

Cualquiera habría pensado que estaba hablando de su galán de cine favorito.<br />

—Mañana-por-la-tarde-tendremos-otra-reunión-aquí-en-el-hotel… Uaaaha —dijo la<br />

señora Haddock—, y-espero-que-asistan-ustedes-y-Margo… Uaaaha.<br />

Nos dirigió una pálida sonrisa, como perdonándonos desganadamente nuestros pecados;<br />

le dio un cachetito a Margo en la mejilla y se marchó.<br />

—De veras, Margo —dijo Mamá cuando la puerta se cerró tras la señora Haddock—, me<br />

pones de mal humor.<br />

—¡Pero Mamá, es que eres tan anticuada! —dijo Margo—. De todas formas, ese médico<br />

no me estaba haciendo nada con las inyecciones, y Mawake está obrando milagros.<br />

—¡Milagros! —se carcajeó mi madre con desdén—. Yo te veo exactamente del mismo<br />

tamaño.<br />

—Dicen que la mejor es la de trébol —dijo tía Fan a través de un bocado de tostada—,<br />

pero a mí me gusta más la de brezo.<br />

—Escucha, hija mía —dijo Prue—: esa mujer te tiene sorbido el seso. No tiene buenas<br />

intenciones. Hazme caso antes de que sea demasiado tarde.<br />

—Yo sólo os digo que vengáis a una reunión y lo veáis —dijo Margo.<br />

—Jamás —dijo Prue, estremeciéndose—. Mis nervios no lo resistirían.<br />

—También es interesante que tenga que haber abejorros para fertilizar el trébol —observó<br />

tía Fan.<br />

—Bueno —dijo Mamá—, yo estoy demasiado cansada para que lo discutamos ahora. Lo<br />

discutiremos por la mañana.<br />

—¿Me puedes ayudar a ponerme el repollo? —preguntó Margo.<br />

—¿A qué? —dijo Mamá.<br />

—Que si me ayudas a ponerme el repollo —dijo Margo.

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