18.05.2013 Views

GERALD DURRELL - Fieras, alimañas y sabandijas - Galeón

GERALD DURRELL - Fieras, alimañas y sabandijas - Galeón

GERALD DURRELL - Fieras, alimañas y sabandijas - Galeón

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Expliqué, un poco intranquilo, que era una tortuga que estaba sometiendo a disección. Era<br />

hembra, me apresuré a añadir con la esperanza de distraerle con algún detalle. Ahí podía ver<br />

los fascinantes huevos que le había sacado de dentro.<br />

— ¡Me cago en sus huevos! —gritó Leslie, dándole el tono de un extraño taco<br />

medieval—. Llévate esa mierda de ahí. Está apestando toda la casa.<br />

Dije que ya casi había acabado la disección, y que después pensaba enterrar todas las<br />

partes blandas y no quedarme más que con el esqueleto y la concha para añadirlos a mi<br />

colección.<br />

—¡De eso nada! —vociferó Leslie—. Ahora mismo estás quitando de ahí toda esa mierda<br />

y enterrándola. Y luego vienes y friegas el porche.<br />

Atraída por el escándalo apareció junto a Leslie, Lucrecia, la cocinera. Abrió la boca para<br />

preguntar el motivo de aquella pelea familiar, y en ese instante le dio de lleno el olor de la<br />

tortuga. Lucrecia tenía siempre quince o dieciséis achaques simultáneos, que cultivaba con el<br />

mismo tierno cuidado que otras gentes dedican a sus macetas o a un pequinés. En aquellos<br />

días era el estómago lo que más la hacía padecer; en consecuencia boqueó dos o tres veces<br />

débilmente como un pez, exhaló un estrangulado «¡San Spiridion!» y cayó en brazos de Leslie<br />

con desmayo bien simulado.<br />

En ese preciso instante vi con horror que el coche que traía al resto de la familia subía por<br />

la avenida y se detenía al pie del porche.<br />

—¡Hola, hijo! —dijo Mamá, descendiendo del coche y subiendo los escalones—. ¿Qué<br />

tal la mañana?<br />

Antes de que yo pudiera decir nada la tortuga se me adelantó, por así decirlo. Mamá<br />

emitió un par de extraños hipidos, sacó el pañuelo y se lo aplastó contra la nariz.<br />

—¿Qué es ese olor espantoso? —articuló indistintamente.<br />

—¡Cosas de ese maldito niño! —rugió Leslie desde la puerta de cristales, tratando en<br />

vano de apoyar en la jamba a la gimiente Lucrecia.<br />

Entre tanto Larry y Margo habían subido los escalones detrás de Mamá, y la tortuga<br />

despedazada se ofreció a su vista.<br />

—¿Qué… —empezó Larry, pero también a él le dio un golpe de tos convulsiva.<br />

—¡Otra vez ese maldito niño! —dijo boqueando. —Sí, hijo —dijo Mamá a través del<br />

pañuelo—. Leslie me lo acaba de decir.<br />

—¡Qué porquería! —gimió Margo, dándose aire con su pañuelo—. ¡Parece un accidente<br />

ferroviario!<br />

—¿Pero qué es eso, hijo? —me preguntó Mamá.<br />

Expliqué que era una interesantísima tortuga carey, hembra, con huevos.<br />

—¿Pero no tenías otro sitio más que el porche para descuartizarla? —dijo Mamá.<br />

—Ese niño se ha vuelto loco —dijo Larry con convicción—. Huele esto como un maldito<br />

ballenero.<br />

—Te lo tienes que llevar a otro sitio, querido —dijo Mamá—. No podemos tener este olor<br />

en la entrada.<br />

—Dile que entierre toda esa mierda —dijo Leslie, arrebujándose más en las mantas.<br />

—¿Por qué no se lo ofreces a una familia de esquimales para que la adopten? —sugirió<br />

Larry—. A los esquimales les gusta comer grasa de ballena y gusanos y cosas de ésas.<br />

—No seas asqueroso, Larry —dijo Margaret—. ¡Cómo va a comer nadie una cosa así!<br />

Sólo de pensarlo me dan ganas de vomitar.<br />

—Será mejor que entremos —dijo Mamá desmayadamente—. Olerá menos que aquí.<br />

—Si acaso, aquí huele peor —gritó Leslie desde la puerta.<br />

—Gerry, hijo, tienes que limpiar esto —dijo Mamá sorteando delicadamente las entrañas<br />

de la tortuga—, y desinfectar las baldosas.<br />

La familia pasó adentro, y yo emprendí la tarea de retirar la tortuga del porche. Hasta mí<br />

llegaban sus voces, discutiendo con ferocidad.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!