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GERALD DURRELL - Fieras, alimañas y sabandijas - Galeón

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—Yo me siento como si me hubierra aojado —dijo Max con convicción—. Como si me<br />

hubierra aojado en malvasía y me hubierran reanimado haciéndome la inspirración artificial.<br />

—¿Es que no puedes dejar de maltratar la lengua inglesa ni por un instante? —dijo<br />

Donald irritado—. Como si no bastara con los millares de ingleses que ya lo hacen, para que<br />

también la toméis con ella los extranjeros.<br />

—Recuerdo haber leído no sé en dónde… —empezó Teodoro, que se había despertado<br />

instantáneamente, como un gato, y que después de dormir también como un gato presentaba<br />

el mismo impecable aspecto que si no se hubiera dormido—, recuerdo haber leído que en las<br />

montañas de Ceilán hay una tribu que habla una lengua que no entiende nadie. Quiero decir,<br />

que ni siquiera los lingüistas especializados han podido entenderla.<br />

—Eso parece una descripción del inglés de Max —dijo Donald.<br />

Bajo las influencias del té, las tostadas con mantequilla, las galletas saladas, los<br />

emparedados de berros y un enorme bizcocho de frutas, tierno y frágil y oloroso como la<br />

tierra mojada, empezamos a despabilarnos. Luego bajamos a la orilla y estuvimos nadando en<br />

las aguas templadas hasta que el sol se puso y arrojó de pronto la sombra del monte sobre la<br />

playa, dándole un aspecto frío y descolorido. Subimos entonces a la villa de Stavrodakis y nos<br />

sentamos bajo las buganvillas, a ver cómo los colores del ocaso se difuminaban y mezclaban<br />

sobre el mar. Al cabo nos despedimos de Stavrodakis, que se empeñó en darnos una docena<br />

de canecos de su mejor vino como recuerdo de la visita, y regresamos a la motora.<br />

Al hacernos a la mar dejamos atrás la sombra del monte y salimos otra vez al cálido<br />

resplandor del sol, que se hundía sanguinoso por detrás de la mole del Pandokrator, arrojando<br />

sobre el agua un trémulo reflejo, como un ciprés llameante. Unas pocas nubecillas viraron al<br />

rosa y al amarillo vino; ocultose el sol al otro lado de la montaña, y el cielo pasó de azul a<br />

verde pálido y el terso espejo del mar tomó por un breve instante todos los colores mágicos de<br />

un ópalo de fuego. Latía el motor según bordeamos la isla camino del pueblo, desenrollando<br />

tras de nosotros una estela de blanco encaje. Sven tocó muy suavemente las primeras notas de<br />

«El almendro», y todo el mundo se puso a cantar.<br />

«She shook the flowering almond tree one sunny day<br />

With her soft little hands,<br />

The snowy blossoms on her breast and shoulders lay<br />

And in her hair's dark strands<br />

The snowy blossoms on her breast and shoulders lay<br />

And in her hair's dark strands…»∗<br />

La voz de Spiro, profunda, recia y tersa como negro terciopelo, armonizaba con la<br />

agradable voz de barítono de Teodoro y la de tenor de Larry. Dos peces voladores surgieron<br />

del azul abismo bajo la proa, planearon sobre el agua y se perdieron en el mar crepuscular.<br />

Ya oscurecía lo bastante para ver los diminutos destellos verdes de la fosforescencia en el<br />

agua que hendía la proa. El oscuro vino borboteó musicalmente de los canecos a los vasos, el<br />

vino tinto que el pasado año reposara rugiendo para sí en las pardas cubas. Una brisilla cálida<br />

y suave como pata de gato acariciaba el barco. Kralefsky, con la cabeza echada hacia atrás y<br />

los grandes ojos llenos de lágrimas, cantaba al sedoso azul del cielo, estremecido de estrellas.<br />

El mar se rizaba contra los costados con el rumor de las hojas que el viento alza en invierno, y<br />

que se restriegan, cariñosas, contra los troncos de los árboles que les dieron vida.<br />

«But when I saw my darling thus in snow arrayed,<br />

To her sweet side I sped.<br />

I brushed the gleaming petals from each lock and braid,<br />

I kissed her and I said:<br />

∗ Con sus blandas manitas sacudió el almendro en flor en un día de sol; cayeron los níveos capullos sobre<br />

sus hombros y su pecho, y en sus oscuras trenzas.

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