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materna. El<strong>la</strong>, igual que su hijo (el padre de los Chicotillos), es víctima<br />
- aúnque no fatal - del tabú vio<strong>la</strong>do y de su re<strong>la</strong>ción maternal con los<br />
bastardos. Sin embargo, <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción maternal es inquebrantable y jamás<br />
entra en peligro. El<strong>la</strong> alimenta a los bastardos hasta con su propia carne<br />
y éstos <strong>la</strong> respetan en todo momento como madre. Los hermanos <strong>la</strong><br />
vengan castigando a <strong>la</strong> gente que <strong>la</strong> maltrata y siempre procuran llenar<br />
su despensa.<br />
El mito no sanciona <strong>la</strong> inmoralidad de los Chicotillos y no <strong>la</strong> castiga<br />
tampoco. Más bien sanciona <strong>la</strong> vio<strong>la</strong>ción del tabú: de <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción<br />
social de los humanos - <strong>la</strong> viajera, el pasallero, los casadores de pájaros<br />
- con los Chicotillos y de <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción sexual de su padre humano con su<br />
madre divina. Si los Chicotillos no crían <strong>la</strong> <strong>vida</strong> en <strong>la</strong> chacra, es porque<br />
son bastardos estériles y porque no han de regirse por <strong>la</strong> ética vigente<br />
del ayllu. Los verdaderos “malos”, desaprobados y sancionados por el<br />
mito, son los humanos que no respetan el arajpacha y no crían <strong>la</strong> <strong>vida</strong><br />
con cariño cuando maltratan a <strong>la</strong>s abue<strong>la</strong>s y a los niños huérfanos. Estos<br />
reciben su castigo despiadado. Según el mito, los Chicotillos son terriblemente<br />
vengativos, pero a justa razón. Como hijos de <strong>la</strong> sallqa, ellos<br />
rec<strong>la</strong>man también por <strong>la</strong> comida de los Achachi<strong>la</strong>s y de <strong>la</strong> Pachamama<br />
vengando sin piedad a los incumplidos. Así representan <strong>la</strong> fuerza castigadora<br />
de <strong>la</strong> autoridad suprema, <strong>la</strong> ley divina, el fas, combatiendo a los<br />
nefastos.<br />
Lo anterior es solo <strong>la</strong> cosmovisión de fondo de lo que l<strong>la</strong>mamos un<br />
“tratado andino de tecnología”. ¿Cuál es el modo correcto de trabajar y<br />
<strong>la</strong> ética del agricultor, según este mito?<br />
Si bien los Chicotillos no son sancionados por sus pertrechos, enseñan<br />
a <strong>la</strong>tigazos al campesino <strong>la</strong>s normas éticas del trabajo y <strong>la</strong>s pautas<br />
de conducta que debe respetar: “¡Ahora verán...!” La gente del ayllu<br />
“no debe ser como los bastardos: ociosos, flojos, mentirosos, <strong>la</strong>drones,<br />
envidiosos... No hay que mirar (codiciar) el trabajo ajeno”. Porque<br />
ésos, los flojos, están empobreciendo <strong>la</strong> chacra, matando <strong>la</strong> tierra por <strong>la</strong><br />
erosión, comiendo <strong>la</strong> carne de su madre <strong>la</strong> tierra, acabando <strong>la</strong> <strong>vida</strong> de <strong>la</strong><br />
chacra y del ayllu.<br />
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