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<strong>la</strong> alienación del trabajo por <strong>la</strong> abolición del capitalismo es devolverle<br />
a <strong>la</strong> existencia humana su sentido originario. Así el trabajo vuelve a<br />
ser <strong>la</strong> acti<strong>vida</strong>d mediante <strong>la</strong> cual el hombre desarrol<strong>la</strong> su capacidad de<br />
creación y transformación del mundo.<br />
La visión andina del trabajo carece de esta perspectiva como acti<strong>vida</strong>d<br />
generadora de historia y transformadora del mundo. Donde Marx<br />
se orienta a una utopia futurista, el andino busca su norma e inspiración<br />
para el trabajo en un pasado mítico que es puro porque es fundado<br />
‘ab origine’ y válido ‘per secu<strong>la</strong> seculorum’ (Eliade, 1979: 13-52). La<br />
irresponsabilidad humano solo puede deteriorar esta situación y hasta<br />
provocar su derrumbe. Uno de los objetivos de los ritiuales de producción<br />
del andino es precisamente: <strong>la</strong> corrección de errores cometidos y<br />
<strong>la</strong> recuperación de <strong>la</strong> pureza original en <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción del hombre con su<br />
medio natural y <strong>la</strong>boral o, en términos más andinos, “para limpiar”, por<br />
el “pago a <strong>la</strong> tierra”, su re<strong>la</strong>ción con <strong>la</strong> chacra, el ayllu, <strong>la</strong>s huacas y <strong>la</strong><br />
sallqa.<br />
6. El concepto de trabajo que <strong>la</strong> Iglesia Católica maneja en su doctrina<br />
social no deja de ser relevante para grandes sectores del mundo<br />
occidental. Las encíclicas sociales del último siglo insisten en los temas<br />
antiguos y, todas juntas, representan un desarrollo progresivo de esta<br />
doctrina asentada en <strong>la</strong> visión bíblica y <strong>la</strong> filosofía tomista. El Papa<br />
León XIII (1891) recuerda el carácter expiatorio del trabajo, insiste<br />
en <strong>la</strong> armoniosa coexistencia de <strong>la</strong> familia cristiana y en el rescate de<br />
<strong>la</strong> dignidad del trabajo productivo85. El trabajo es dignificado por el<br />
ejemplo de Jesús, obrero de Nazaret. El papa Pio XI (1931) insiste en <strong>la</strong><br />
necesidad de premisas éticas para orientar el trabajo y <strong>la</strong> economía86.<br />
Juan XXIII (1961), vuelve a recordar que el trabajo no es una mercancía<br />
sino expresión de <strong>la</strong> persona humana - concepto central en <strong>la</strong> teología<br />
contemporánea del trabajo - y exige que sea <strong>la</strong> expresión de <strong>la</strong> iniciativa<br />
personal y del sentido de responsabilidad del trabajador87. El concilio<br />
Vaticano II (1962-1965) repite el enfoque personalista del trabajo, su<br />
función socializadora y de servicio. En el trabajo el hombre cumple con<br />
el mandato divino de Génesis 1/28: “Dominad <strong>la</strong> tierra” y se inserta en<br />
<strong>la</strong> obra creadora de Dios, a <strong>la</strong> vez que en <strong>la</strong> obra redentora de Cristo por<br />
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