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Observamos en el re<strong>la</strong>to que <strong>la</strong>s responsabilidades son repartidas<br />
y compartidas entre musiri y yatiri, entre patrones y aynis, entre comunarios<br />
todos. Estas responsabilidades comprometen aún <strong>la</strong> <strong>vida</strong> privada<br />
y el comportamiento ético de cada cual, ya que <strong>la</strong> conducta inmoral y<br />
el pecado contra <strong>la</strong> <strong>vida</strong> hacen fracasar <strong>la</strong> cosecha de <strong>la</strong> papa y el procesamiento<br />
del chuño. El descuido ritual o el trato poco cariñoso asusta<br />
y espanta al chuño, de modo que desaparezca en forma prematura de <strong>la</strong><br />
despensa, haciendo peligrar así <strong>la</strong> supervivencia y <strong>la</strong> continuidad de <strong>la</strong><br />
<strong>vida</strong>. El buen trabajo, <strong>la</strong> crianza de <strong>la</strong> <strong>vida</strong>, es responsabilidad de todos<br />
y de cada uno.<br />
Los que dirigen <strong>la</strong> e<strong>la</strong>boración del chuño son personas de amplia<br />
experiencia técnica, empírica y ritual. Sus tareas específicas en el proceso<br />
son de gran responsabilidad. Entre los comunarios es notorio un<br />
espíritu de competencia muy particu<strong>la</strong>r: no es el desafío de <strong>la</strong> mayor<br />
ganancia ni <strong>la</strong> competencia propia del capitalismno liberal, porque el<br />
producto no se valora según su precio en el mercado - este precio es<br />
muy bajo y no vale tanto sacrificio - y el trabajo duro incorporado en el<br />
chuño no se retribuye en dinero. Ni el trabajo, ni el producto son percibidos<br />
como “mercancía”. La competencia está en hacer demostración<br />
de ser habiloso y capaz en el trabajo; en producir una cosecha de mejor<br />
calidad; en “saber llevar bastante comida a <strong>la</strong> casa”, y saber alimentar<br />
a su familia; en conocer mejor <strong>la</strong>s variaciones del medio natural; en<br />
prever con seguridad los cambios del clima que se anuncian. El premio<br />
es el prestigio social del mejor servicio a <strong>la</strong> comunidad y a <strong>la</strong> familia.<br />
Para lograr este premio, el campesino andino debe ser polivalente: buen<br />
agricultor, meteorólogo, ritualista; debe ser sociable y saber compartir;<br />
debe disponer de cualidades morales: ser dedicado, responsable, atento,<br />
<strong>la</strong>borioso, respetuoso, cariñoso frente a <strong>la</strong>s tres dimensiones de su ayllu:<br />
<strong>la</strong> comunidad humana, <strong>la</strong> divina y <strong>la</strong> natural; debe estar siempre consciente<br />
del significado profundo, universal, de su trabajo. “Recuérdate<br />
un poco”, era el aviso del yatiri al burlón que presenciaba su ceremonia<br />
(Kusch, 1970: 88).<br />
Hay que hacer competencia. Esta es una constante especialmente<br />
en <strong>la</strong>s <strong>la</strong>bores colectivas del campo. La competencia es parte del ritual<br />
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