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XXIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclos A, B ... - Autores Catolicos

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ACTUALIDAD<br />

El vacío de Verástegui y el juicio divino.<br />

Zapatero arrastra a la recesión.<br />

Terrorismo socialista-comunista.<br />

La dictadura democrática. (Centinela).<br />

La unidad en la estupidez. Felipe Glez.<br />

La hipocresía socialista de la derecha.<br />

Bono se estrella contra LA GACETA<br />

ACTUALIDAD<br />

Lema: Dios quiere que queramos “su justicia” (C), que bebamos de su misma<br />

copa (B), que afecta a todo lo terrenal (A).<br />

Seny.- Ante la crisis económica.<br />

“Nadie durante esta crisis se ha parado a hablar sobre las empresas y<br />

los inversores, sobre su responsabilidad en primer lugar, pero sobre todo<br />

acerca de lo que pueden hacer por nuestra economía”. (Lorenzo Dávila).<br />

La vacuidad en Verástegui.<br />

“Durante muchos años, yo me había dedicado casi<br />

exclusivamente a disfrutar de todo aquello que la<br />

sociedad me ofrecía. Quería ser feliz y traté de<br />

lograrlo a través de la fama, el éxito, el dinero y los<br />

placeres. No fue difícil porque en el mundo hay muchas<br />

tentaciones disfrazadas de virtudes. Sin embargo<br />

después de diez años viviendo de esa forma me di cuenta<br />

de que aquello no era la felicidad; por un lado, lo<br />

tenía todo y por otro, mi corazón no tenía nada. Estaba<br />

vacío, solo. Me veía e mi mismo en el interior de un<br />

laberinto sin salida. Sabía que necesitaba algo, pero<br />

no sabía qué. Sabía que necesitaba ayuda, pero no sabía<br />

a quién pedírsela. Me movía en una burbuja de vanidad,<br />

de soberbia, de mentira, de confusión... Me sentía<br />

asfixiado y por eso empecé a buscar un camino más<br />

profundo. Ese fue el camino que me llevó a Dios. Hasta<br />

entonces, yo había conducido mi vida, pero por primera<br />

vez le pasé el volante a Dios y me puse en sus manos. Y<br />

descubrí que el sentido de mi vida era conocer, amar y<br />

servir a Dios. Ahora estoy seguro de que cuando vaya al<br />

Cielo, Dios no me va a preguntar: “¿Cuántas películas<br />

has hecho?” La pregunta, más bien, será: “¿Cuánto me<br />

amaste?” O esta otra: “¿Qué hiciste con los talentos<br />

que yo te di?”. (Nuestro <strong>Tiempo</strong>, n 658, 2009).<br />

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