XXIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclos A, B ... - Autores Catolicos

MODERNIDAD
La locura de la Modernidad y la Segunda guerra mundial
En München existía un gran instituto de Geopolítica
que venía a decir que el mundo se reduce al dominio de
la tierra y de sus gentes, la tierra y la mano de obra.
Y en esto se aniquilan todos los principios morales y
libertades. Hitler pretende hacerse con el poder
mundial al estilo de Gengis Kan. De hecho los japoneses
ha habían empezado con la empresa en oriente haciéndose
con Manchuria e invadiendo China que por no estar
unidad sino dividida en estados independientes, no
podía hacer otra cosa que no fuera dejarse hacer. Si
con Japón no había pasado nada, en Europa, que estaba
envilecida con una libertad muelle, no tendría
dificultad alguna. El pueblo alemán por boca de sus
grandes líderes se habían ilusionado con la ancestral
idea de dominar a los vecinos. La ideología era
absolutamente simple y simplona. Era grandullona, más
que grande. El pueblo alemán entró en delirio.
Se inicia una campaña mundial de desmoralización
por medio de propaganda, sembrando el mundo de partidos
hitlerianos con una ideología sonorosa. Estos partidos
para cuando se inicien las hostilidades actuarían como
la quinta columna. Todo sea en pro de la libertad de
expresión y de manifestación. En realidad era una
locura y una traición. Hitler se presenta como
benefactor, como redentor, como mesías para una época
descreída. Envía agentes a todo el mundo como turistas,
como agentes comerciales, extorsionadores,
chantajistas, agitadores, creadores de partidos
fascistas que cantan las esperanzas de hacer algo
grande. El asunto de la justicia no suena, ni se
entiende, pues no deja de ser una antigualla ancestral
e inútil. Como la cosa es tan importante, tampoco tiene
mucha razón de ser la libertad, puesto que se comprende
que no hay nada mejor para el individuo que formar
parte de un gran elefante mundial, comandado por dios
(que así se tilda Hitler). Y efecivamente, quien más y
quien menos cuenta con su partido fascista, totalitario
como el comunismo; pero más tarde el comunismo usará el
término fascista como el gran insulto. Con esa
propaganda también se hablaba mucho de paz, puesto que
si se obedecía, se tenía la paz, si uno se sometía,
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