XXIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclos A, B ... - Autores Catolicos

HISTORIA
Cicerón estorbado por una legislación que le impide la
defensa de la patria y de los romanos, contra los
sediciosos. La ley contra la justicia.
La primera Catilinaria el 8 de noviembre del 63 a.C.
“Cicerón no ordenó siquiera la detención de los
criminales que habían acudido a asesinarle, y cuyas
armas hubiesen excusado esa legítima defensa. Estaba
literalmente obsesionado por los principios de la
salvaguardia individual que regían el derecho de los
ciudadanos romanos; a tal preocupación se unía el temor
que le tenía quebrantado el ánimo desde el inesperado
desenlace del proceso de Rabirio. Por convicción,
quizá, y seguramente por la preocupación de su
seguridad y de su porvenir político, se encontraba
enredado en el eterno problema que se plantea, como en
un círculo vicioso, a los gobiernos liberales cuando
les amenaza un desencadenamiento de violencias.
Legalmente no pueden reprimir un complot mientras éste
no inicie su ejecución. Y prácticamente cuando esa
puesta en marcha se inicia, los gobiernos no suelen
estar ya en la mejor disposición de reprimirla. En
estas condiciones el único recurso que le quedaba a
Cicerón, que estaba resuelto a respetar hasta el fin la
legalidad –de la que, -sin embargo, lo había
desembarazado el senatus consultum últimum, hacía
dieciocho días-, era obligar a la revolución a arrojar
la máscara, perturbar a Catilina hasta hacerle
irrespirable la atmósfera del Senado, para que sintiese
la necesidad de abandonar Roma”. (J. Carcopino: Julio
César, c. VII).
154