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XXIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclos A, B ... - Autores Catolicos

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HAGIOGRAFÍA<br />

El Consejo Real se afinca –mediante dudas en retaila-<br />

en la inercia, en la quietud mortífera<br />

“Cuando el Rey escuchó de Juana la revelación <strong>del</strong><br />

secreto que amargaba su ánimo, las dudas se le<br />

aclararon y creyó que la Doncella era en verdad enviada<br />

por Dios. Si le hubieran dejado libre de intromisiones,<br />

habría ordenado lo necesario par que pudiera llevar a<br />

cabo su misión inmediatamente. Pero no se lo<br />

permitieron. Tremouille y el zorro sagrado de Reims<br />

conocían a su pupilo. Les fue suficiente con decir”.<br />

-“Vuestra Alteza nos dice que las Voces de Juana<br />

os han declarado a través de ella un secreto que sólo<br />

era conocido por Vos mismo y por Dios. Bien. pero ¿cómo<br />

podéis estar seguro de que esas Voces no son las de<br />

Satanás, que la utiliza a ella como instrumento? Pues<br />

¿no conoce Satanás los secretos de los hombres? Es un<br />

asunto peligroso, y Vuestra Alteza hará bien en no<br />

tomar ninguna decisión antes de comprobar los hechos<br />

hasta el fondo”.<br />

“Las palabras surtieron el efecto deseado.<br />

Encogieron el espíritu <strong>del</strong> Rey como si fuera una pasa,<br />

despertando temores y aprensiones, de modo que, al<br />

momento, y en secreto, nombró una comisión de obispos<br />

con el fin de que vigilaran e interrogaran a Juana<br />

continuamente hasta averiguar si las intervenciones<br />

sobrenaturales procedían <strong>del</strong> cielo o <strong>del</strong> infierno”. (M.<br />

Twain: Juana de Arco, c. 17). ¿No sería interesante que<br />

estas precauciones se pusiesen igualmente con todo tipo<br />

de pensamientos y acciones humanas? ¿Por qué no pensar<br />

que todos nuestros pensamientos son puestos por el<br />

demonio? ¿Por qué todas nuestras apetencias, sobre todo<br />

cuando son agradables, no pensamos que son barricadas<br />

de Satanás? Eso no se hace, pero ante cualquier virtud<br />

que nos reclama, entra la duda, que cela la terquedad<br />

humana.<br />

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