XXIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclos A, B ... - Autores Catolicos

Clásicos de espiritualidad
Esperar la gracia con o sin deseos sensibles.
“Tu misericordia es poderosa para concederme gracia tan
deseada, visitándome con gran bondad, dándome espíritu de
ardiente amor al llegar el día que Te plazca”.
“Pero aunque no tenga los ardientes deseos de esos
privilegiados devotos tuyos, por tu gracia tengo el deseo de
sentir tan inflamados deseos, pidiendo y deseando hacerme
partícipe de esos fervorosos amigos tuyos y de ser contado en su
santo número”. (Kempis, IV, 14).
La universalidad de la voluntad divina.
“Fatuos y soberbios se demuestran todos aquéllos que abusan
de su situación de privilegio –dada por el dinero, por el
linaje, por el grado, por el cargo, por la inteligencia... -,
para humillar a los menos afortunados”. (Surco, nº 702).
El amor a Dios puede darse en toda circunstancia: con frío o
calor, en el palacio o en una cabaña.
“No dejes de hacer las cosas por falta de instrumentos: se
comienza como se puede. –Después, la función crea el órgano.
Algunos, que no valían, resultan aptos. Con los demás se hace
una operación quirúrgica, aunque duela -¡buenos “operadores”
fueron los santos¡, y se sigue adelante”. (Camino, nº 489).
La cruz, (pieza del arado romano), es la parte de la cual tiran
los uncidos. Palabras del Señor a santa Gemma de Galgani.
“Mira, hija mía, aprende a amar. ¿Es esta cruz, estas espinas
y estos clavos, estas carnes lívidas y estas heridas y llagas?
Todo es obra del amor y de un amor infinito. Hasta este punto te
he amado. ¿Quieres tú amarme de verdad? Aprende ante todo a
sufrir; es el sufrimiento quien enseña a amar”. (Lehodey: Santo
Abandono, V. El Amor de Nuestro Señor).
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