XXIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclos A, B ... - Autores Catolicos

MODERNIDAD/HISTORIA
Lema: Dios quiere que queramos “su justicia” (C), que bebamos de su misma
copa (B), que afecta a todo lo terrenal (A).
El despotismo real y el descontento popular ante el
atropello y despotismo legal.
Seny.-“Pascual Sala no es que sea sólo una desgracia, es que es un dinamitero
de la Constitución que ha jurado defender”. (Carlos Dávila).
“María era el punto de referencia del terrible
descontento que se respiraba y la rebelión parecía
aflorar en cuantos se compadecían: están llenos de
indignación por lo que pasa que se quejan de que si V.
M. no actúa, y me lo ha dicho mucha gente respetable,
se alegrarían de ver venir aquí una flota en vuestro
nombre para levantar al pueblo. Y si entre ellos se
encontrara algún líder que atreviera a levantar la
cabeza no necesitaban más”. (1).
“Al enrarecerse este ambiente, algunas personas son
enviadas a la Torre acusadas de mantener comunicación
privada con María”.
“El hecho es que María seguía siendo legítima ante
toda Europa y ante cuantos ingleses se mantenían fieles
a Roma o disimulaban frente a aquel terror que los
amenazaba a todos. Es lo que Enrique intentará destruir
por todos los medios a su alcance; es decir, utilizando
la fuerza del Parlamente para dar vigor a la nueva ley
de sucesión que declaraba ilegítima a aquella hija
habida de su matrimonio con la reina Catalina. Chapuys
llegará a intentar lo imposible para impedir aquella
ley; solicitará permiso para acudir al Parlamento y
defender el caso de la Reina. Enrique no se lo concede;
no es costumbre, le dice, que los extranjeros tengan
acceso a los deberes del Parlamento. Chapuys, a su vez,
le contesta que jamás se ha presentado un caso
semejante antes y que ningún Parlamento puede
estigmatizar el nacimiento de la Princesa, porque el
reconocimiento de semejantes casos estaba reservado a
los jueces eclesiásticos, y que incluso si ese
matrimonio con la Reina hubiera sido nulo, María sería
todavía hija legítima por la ignorancia no culpable de
sus padres, “in bona fide”, y que el mismo Crammer no
se había atrevido a lanzar esa mancha sobre su
nacimiento, siendo así que el Rey la había considerado
heredera hasta que nació su segunda hija. Enrique
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