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XXIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclos A, B ... - Autores Catolicos

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HISTORIA<br />

La estatua de la libertad preside, la guillotina<br />

ejecuta, el pueblo acata y la justicia muere. El 16 de<br />

octubre de 1789.<br />

Hoy esa plaza se llama “plaza de la concordia”.<br />

¡Qué mala concordia se da entre la injusticia, el odio<br />

y la revolución¡ Es una discordia rampante y<br />

sumisamente aceptada.<br />

Hébert, una pluma infame, celebra el hecho con<br />

estas palabras: María Antonieta, la Reina, es “afeitada<br />

por la navaja nacional”.<br />

La esbelta línea de la guillotina se enseñorea de<br />

las diez mil almas que contemplan la justicia<br />

desquiciada, aherrojadas por su veleidad. Allí está,<br />

“con su puente de madera que lleva <strong>del</strong> más acá al más<br />

allá”. La acompaña la estatua de la libertad:<br />

“muéstrase allí sentada como la inaccesible diosa,<br />

coronada la cabeza con el gorro frigio meditando con la<br />

espada en la mano. No ve en torno suyo lo humano, no ve<br />

la vida, no ve la muerte. Se trata de la incomprensible<br />

y eternamente diosa amada, con sus ojos soñadores de<br />

piedra. Ni pregunta ni sabe qué cosa se realiza en su<br />

nombre. (cfr Stefan Zweig).<br />

El pueblo adora y espera. Ahí está su tesoro: la<br />

guillotina. Y el dueño: la libertad sin sentido, suelta<br />

y resuelta –sin los lazos de la justicia- a hacer todo<br />

mal sin ningún freno moral. A tanto llegará que incluso<br />

llegará a pensar que ya no puede pecar: sólo habrá<br />

libertad, pero nada más que la domine o la guíe a algún<br />

lugar. El vacío es igual que libertad. ¡La libertad<br />

vaciada de la imposición <strong>del</strong> bien¡ ¡Dueña vana <strong>del</strong> bien<br />

y <strong>del</strong> mal¡<br />

Pablo Olavide dice otra tesis que lo dicho contraría.<br />

“Es en Ti solo, Redentor divino,/ en quien fía mi<br />

sólida esperanza,/ Tú eres la guía, Tú eres el camino;/<br />

feliz mil veces yo, pues mi destino/ depende de tu<br />

amor, ¡oh Dios inmenso¡” (Lima 1725).<br />

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