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02. Bóvedas de Acero

La acción se desarrolla en la Tierra, durante el siglo LI, donde las ciudades están encapsuladas en gigantescas bóvedas de acero (de las que la novela toma su nombre) y sin contacto directo con el mundo exterior.

La acción se desarrolla en la Tierra, durante el siglo LI, donde las ciudades están encapsuladas en gigantescas bóvedas de acero (de las que la novela toma su nombre) y sin contacto directo con el mundo exterior.

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—Mucho lo lamento —repuso Fastolfe—; pero preferiría que usted no lo hiciera.<br />

Tratábase <strong>de</strong> una «preferencia» con fuerza <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n.<br />

«Por supuesto que no —pensó con amargura—. En<strong>de</strong>rby no me lo advirtió, porque él no<br />

fuma; pero resultó obvio. Es consecuencia natural. No fuman en sus Mundos Exteriores higiénicos,<br />

ni beben, ni adquieren ninguno <strong>de</strong> los vicios humanos. Ya no me extraña que acepten robots en su<br />

mal<strong>de</strong>cida sociedad C/Fe. Ni hay por qué asombrarse <strong>de</strong> que R. Daneel pueda representar el papel<br />

<strong>de</strong> un robot tan bien como lo hace. Aquí los dos son robots.»<br />

—El parecido tan exacto es sólo un punto entre otros muchos —siguió Baley—. Lo advertí<br />

durante un tumulto en el que os encontramos, cuando íbamos a mi casa. (Tuvo que señalarlo con<br />

el índice. No se podía <strong>de</strong>cidir a llamarlo ni R. Daneel ni doctor Sarton.) Fue él quien calmó la<br />

trifulca, y lo hizo apuntándoles con un <strong>de</strong>sintegrador, amenazando a los escandalosos en potencia.<br />

—¡Santo Dios! —exclamó En<strong>de</strong>rby con energía—. ¡El informe indicaba que fuiste tú... !<br />

—Lo sé, comisionado —convino Baley—. El informe se basó en los datos que yo<br />

proporcioné. No quise que constara en los registros que un robot había amenazado con <strong>de</strong>sintegrar<br />

a un upo <strong>de</strong> hombres y mujeres.<br />

—No, no, naturalmente que no. —Resultaba evi<strong>de</strong>nte que En<strong>de</strong>rby se sentía horrorizado.<br />

Se inclinó para observar algo que se hallaba fuera <strong>de</strong>l alcance <strong>de</strong>l receptor.<br />

Baley pudo adivinar <strong>de</strong> lo que se trataba. El comisionado comprobaba que el transmisor no<br />

estuviera conectado con otros aparatos.<br />

—¿Toma usted eso como razón válida en su argumentación? —preguntó entonces Fastolfe.<br />

—Con certeza que lo es. La primera ley <strong>de</strong> la robótica manifiesta que ningún robot pue<strong>de</strong><br />

causar daño a un ser humano.<br />

—¡Pero R. Daneel no dañó a nadie!<br />

—Des<strong>de</strong> luego. Hasta me indicó <strong>de</strong>spués que no hubiese disparado bajo ninguna<br />

circunstancia. Con todo, ningún robot hubiese violado el espíritu <strong>de</strong> la primera ley hasta el grado <strong>de</strong><br />

amenazar a un hombre.<br />

—Comprendo su razonamiento. ¿Es usted perito en robótica, señor Baley?<br />

—No, señor. Pero seguí un curso <strong>de</strong> robótica general y <strong>de</strong> análisis positrónico.<br />

—Magnífico, en verdad —repuso Fastolfe, en tono agradable—; pero, vea, yo sí soy perito<br />

en robótica, y le aseguro que la esencia <strong>de</strong> la mente <strong>de</strong> un robot se funda en una interpretación<br />

completamente literal <strong>de</strong>l universo. No reconoce el espíritu <strong>de</strong> la primera ley, solamente su letra.<br />

Los sencillos mo<strong>de</strong>los que poseen uste<strong>de</strong>s en la Tierra pue<strong>de</strong>n estar tan imbuidos con garantías<br />

adicionales que, con seguridad, sean incapaces <strong>de</strong> amenazar a un ser humano. Un mo<strong>de</strong>lo<br />

a<strong>de</strong>lantado <strong>de</strong>l tipo <strong>de</strong> R. Daneel es algo distinto en cualquier concepto. Si he captado la situación<br />

correctamente, la amenaza <strong>de</strong> Daneel fue necesaria para impedir un motín. Así pues, tenía por<br />

objeto evitarles daños a seres humanos. Estaba por lo tanto obe<strong>de</strong>ciendo los postulados <strong>de</strong> la<br />

primera ley, no violándolos.<br />

Aunque intranquilo, Baley mantuvo una aparente calma externa. Todo se presentaba más<br />

difícil. Sin embargo, anularía a este espaciano. Insistió:<br />

—Usted podrá refutar uno por uno y por separado cada punto enunciado; pero juntos<br />

producen otra impresión. Anoche, durante nuestra discusión relativa al falso asesinato, este robot<br />

me aseguró que lo habían preparado para ser <strong>de</strong>tective mediante un nuevo impulso en sus circuitos<br />

positrónicos. Un impulso hacia la justicia, para ser exactos.<br />

—Y yo lo confirmo —aseveró Fastolfe—. Así se procedió con él, bajo mi propia vigilancia,<br />

hace tres días.<br />

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