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02. Bóvedas de Acero

La acción se desarrolla en la Tierra, durante el siglo LI, donde las ciudades están encapsuladas en gigantescas bóvedas de acero (de las que la novela toma su nombre) y sin contacto directo con el mundo exterior.

La acción se desarrolla en la Tierra, durante el siglo LI, donde las ciudades están encapsuladas en gigantescas bóvedas de acero (de las que la novela toma su nombre) y sin contacto directo con el mundo exterior.

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—Sí, pero con <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> extraterritorialidad.<br />

—Lo sé. —Los ojos <strong>de</strong>l comisionado esquivaron la dura mirada <strong>de</strong> Baley. Parecía como si <strong>de</strong><br />

pronto se hubiese rebajado a la categoría <strong>de</strong> subordinado <strong>de</strong> Baley, y éste se comportaba<br />

como si aceptase el hecho.<br />

—Los espacianos pue<strong>de</strong>n encargarse <strong>de</strong>l asunto —sugirió Baley.<br />

—Un momento, Lije —suplicó el comisionado—. Estoy tratando <strong>de</strong> hablar contigo sobre<br />

este asunto <strong>de</strong> amigo a amigo. Quiero que conozcas mi posición. Yo estaba allá cuando se conoció<br />

la noticia. Precisamente tenía una cita con él..., con Roj Nemennuh Sarton.<br />

—¿La víctima?<br />

—Sí, la víctima. Cinco minutos más tar<strong>de</strong> y yo mismo hubiera <strong>de</strong>scubierto el cadáver. ¡Vaya<br />

escándalo se habría ocasionado! ¡De todos modos, fue brutal! Me recibieron y me lo comunicaron.<br />

Y allí comenzó una pesadilla que dura ya tres días, sin tiempo ni para conseguir unas gafas<br />

nuevas...<br />

Baley imaginaba la situación. Podía ver los cuerpos altos <strong>de</strong> los rubios espacianos que se<br />

aproximaban al comisionado con la noticia, y se la espetaban <strong>de</strong> golpe, sin emoción y sin adornos.<br />

Julius habría tomado las gafas para limpiarlas. Inevitablemente, con el choque <strong>de</strong> la tragedia, las<br />

<strong>de</strong>jaría caer, y luego miraría hacia abajo, observando los restos con un estremecimiento <strong>de</strong> sus<br />

labios suaves y carnosos. Baley estaba seguro <strong>de</strong> que por lo menos durante cinco minutos el<br />

comisionado se preocupó tanto por sus gafas como por el asesinato mismo.<br />

El comisionado le dirigía la palabra:<br />

—¡Vaya dilema! Como muy bien dices, los espacianos gozan <strong>de</strong> <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong><br />

extraterritorialidad. Pue<strong>de</strong>n insistir en llevar a cabo sus propias investigaciones; presentar cualquier<br />

informe que <strong>de</strong>seen a sus propios Gobiernos. Los Mundos Exteriores quizás lo utilizarán como<br />

excusa para endilgarnos reclamaciones por daños y perjuicios, toda clase <strong>de</strong> in<strong>de</strong>mnizaciones.<br />

Y tú bien sabes cómo le caería eso al pueblo.<br />

—Sería un suicidio político total para la Casa Blanca si se accediese a pagar.<br />

—Y no menos suicidio el no pagar.<br />

—Me conozco los <strong>de</strong>talles —concluyó Baley. Era todavía un niño cuando las brillantes naves<br />

<strong>de</strong>l espacio exterior condujeron por última vez fuertes contingentes <strong>de</strong> soldados a Washington, a<br />

Nueva York y a Moscú para cobrar lo que pretendían que era suyo.<br />

—Pues ya lo ves. Pagando o sin pagar, hay dificulta<strong>de</strong>s. La única salida es hallar por<br />

nuestra cuenta al asesino, y entregarlo a los espacianos. Y eso nos correspon<strong>de</strong> a nosotros.<br />

—¿Por qué no confiar la misión a la OTI? Aun cuando <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un punto <strong>de</strong> vista legal<br />

incumba a nuestra jurisdicción, queda todavía la cuestión <strong>de</strong> las relaciones interestelares...<br />

—La OTI no se atreve a tocarlo. Esta situación está al rojo vivo y nos compete a nosotros.<br />

—Durante un instante levantó la cabeza y contempló con atención a su subordinado—. Y no hay<br />

que darle vueltas. Todos y cada uno <strong>de</strong> nosotros está en peligro <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r su empleo.<br />

—¿Sustituirnos a todos? ¡Tonterías! Los hombres especializados con quienes hacerlo no<br />

existen.<br />

—Existen los robots —repuso el comisionado.<br />

—¿Qué?<br />

—R. Sammy no es más que un principio. Lleva recados y trae objetos. Otros pue<strong>de</strong>n<br />

patrullar los expresvías. ¡Conozco a los espacianos mejor que tú, y sé lo que estoy haciendo!<br />

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