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02. Bóvedas de Acero

La acción se desarrolla en la Tierra, durante el siglo LI, donde las ciudades están encapsuladas en gigantescas bóvedas de acero (de las que la novela toma su nombre) y sin contacto directo con el mundo exterior.

La acción se desarrolla en la Tierra, durante el siglo LI, donde las ciudades están encapsuladas en gigantescas bóvedas de acero (de las que la novela toma su nombre) y sin contacto directo con el mundo exterior.

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—Se limita a ser una expresión sencilla, que empleo para <strong>de</strong>scribir una sensación que no<br />

compartes conmigo.<br />

—¿Qué sensación?<br />

—Me resulta difícil explicarla, Elijah. Recordarás que a mí se me diseñó originalmente para<br />

estudiar la psicología <strong>de</strong> nuestro pueblo allá en Espaciópolis:..<br />

—Sí, lo sé. Te ajustaron para llevar a cabo trabajos <strong>de</strong> <strong>de</strong>tective mediante la simple<br />

instalación <strong>de</strong> un circuito con un anhelo por la justicia. —Baley ni siquiera disimuló el sarcasmo.<br />

—Exactamente, Elijah. Pero mi diseño original permanece inalterable. Se me construyó<br />

para el objeto específico <strong>de</strong> la actividad cerebroanalítica.<br />

—¿Para analizar las ondas cerebrales?<br />

—¡Claro! Si existen los receptores a<strong>de</strong>cuados, pue<strong>de</strong> lograrse sin el contacto directo <strong>de</strong><br />

electrodos. Mi cerebro posee ese receptor. Al medir las ondas cerebrales obtengo vislumbres<br />

emocionales. A<strong>de</strong>más, puedo analizar el temperamento, los impulsos encubiertos y las actitu<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

un hombre. Por ejemplo, fui yo quien pudo afirmar que el comisionado En<strong>de</strong>rby era incapaz <strong>de</strong><br />

matar a un hombre en las circunstancias que prevalecían en el momento <strong>de</strong>l asesinato.<br />

—Y ¿lo eliminaron como sospechoso sólo con tu aseveración?<br />

—Sí.<br />

De nuevo le cruzó a Baley una i<strong>de</strong>a por la imaginación.<br />

—¡Aguarda! El comisionado En<strong>de</strong>rby... no sabía que lo estaban cerebroanalizando,<br />

¿verdad?<br />

—No había necesidad alguna <strong>de</strong> lastimarlo en sus sentimientos.<br />

Baley se mordió el labio inferior con rabia y pesadumbre. Era la única incongruencia que le<br />

quedaba, la única fisura a través <strong>de</strong> la cual se pudiera intentar algún esfuerzo para localizar el<br />

crimen en Espaciópolis.<br />

R. Daneel había asegurado que analizaron el cerebro <strong>de</strong>l comisionado, y, una hora más<br />

tar<strong>de</strong>, el propio comisionado, con ingenuidad aparente, negó conocer el vocablo. Ningún hombre<br />

podría pasar por la prueba <strong>de</strong>l electroencefalograma, bajo la sospecha <strong>de</strong> asesinato, sin recibir una<br />

inequívoca impresión <strong>de</strong> lo que era el análisis cerebral.<br />

Pero ahora esa discrepancia quedaba eliminada, <strong>de</strong>svanecida. Al comisionado le analizaron<br />

el cerebro, y ni siquiera lo supo. R. Daneel <strong>de</strong>cía la verdad; y el comisionado también la había<br />

dicho.<br />

—Bueno —interpeló Baley con brusquedad—, ¿qué sacas <strong>de</strong>l análisis cerebral mío?<br />

—Que estás perturbado.<br />

—¡Vaya <strong>de</strong>scubrimiento! ¡Por supuesto que lo estoy!<br />

—En términos específicos, sin embargo, tu perturbación se <strong>de</strong>be a un choque entre los<br />

motivos <strong>de</strong> impulsos interiores. Por una parte, tu lealtad a los principios <strong>de</strong> tu profesión te incitan a<br />

escudriñar en lo más profundo <strong>de</strong> esta conspiración <strong>de</strong> terrícolas que anoche nos quisieron<br />

acorralar. Otro impulso, igualmente <strong>de</strong>cisivo, te obliga a dirigirte en dirección contraria. Todo eso<br />

aparece escrito con claridad en el campo eléctrico <strong>de</strong> las celdillas <strong>de</strong> tu cerebro.<br />

—¿Celdillas <strong>de</strong> mi cerebro? ¡San<strong>de</strong>ces! —interpuso Baley con acaloramiento—. Mira, te voy<br />

a <strong>de</strong>cir por qué no hay razón alguna para investigar hasta el fondo lo que tú llamas conspiración.<br />

No tiene nada que ver con el asesinato. Pensé que pudiera tenerlo. Te lo confieso sin rubor. Ayer,<br />

en la cocina, supuse que estábamos en peligro. Pero, ¿qué sucedió? Nos persiguieron, sí; nos<br />

<strong>de</strong>sembarazamos <strong>de</strong> ellos, ¡y eso fue todo! No es la acción propia <strong>de</strong> unos individuos bien<br />

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