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02. Bóvedas de Acero

La acción se desarrolla en la Tierra, durante el siglo LI, donde las ciudades están encapsuladas en gigantescas bóvedas de acero (de las que la novela toma su nombre) y sin contacto directo con el mundo exterior.

La acción se desarrolla en la Tierra, durante el siglo LI, donde las ciudades están encapsuladas en gigantescas bóvedas de acero (de las que la novela toma su nombre) y sin contacto directo con el mundo exterior.

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Se refería a las autopistas <strong>de</strong> Londres, y comenzaba, muy pausadamente, con un<br />

asesinato. El asesino huyó rumbo a un escondrijo escogido <strong>de</strong> antemano en un rincón <strong>de</strong> una<br />

autovía, en cuyo polvo las huellas <strong>de</strong> sus propios zapatos representaban el único cambio en un<br />

siglo. En ese agujero abandonado podría aguardar con seguridad a que la búsqueda concluyese.<br />

Pero tomó una encrucijada al revés, y en el silencio y la soledad <strong>de</strong> aquellos corredores<br />

tortuosos lanzó un juramento <strong>de</strong>safiando a la Santísima Trinidad y a todos los santos <strong>de</strong>l cielo,<br />

porque a pesar <strong>de</strong> todos ellos llegaría a su refugio.<br />

Des<strong>de</strong> ese momento, ninguna vuelta le resultó bien. Vagó a través <strong>de</strong> un laberinto sin<br />

término <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el sector <strong>de</strong> Brighton en el Canal hasta Norwich, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Coventry hasta Canterbury.<br />

Se enterró in<strong>de</strong>finidamente bajo la gran ciudad <strong>de</strong> Londres, a lo largo <strong>de</strong> la esquina su<strong>de</strong>ste <strong>de</strong> la<br />

Inglaterra medieval. Sus ropas se convirtieron en andrajos y los zapatos en tiras <strong>de</strong> cuero; sus<br />

fuerzas se consumían, mas nunca lo abandonaron por completo. Cansado y muerto <strong>de</strong> cansancio,<br />

era incapaz <strong>de</strong> <strong>de</strong>tenerse. Lo único que podía hacer era continuar siempre hacia a<strong>de</strong>lante, dando<br />

siempre vueltas equivocadas en su absurdo avance.<br />

A veces escuchaba el ruido <strong>de</strong> coches que pasaban, en algún corredor adyacente. Por más<br />

que corría y se apresuraba (pues para entonces ya se hubiese entregado con verda<strong>de</strong>ro gusto), el<br />

sitio adon<strong>de</strong> llegaba se encontraba vacío. En ocasiones vislumbraba una salida a lo lejos, que lo<br />

llevaría a la vida <strong>de</strong> la ciudad, pero aquélla brillaba cada vez más distante a medida que se<br />

aproximaba, hasta que, al dar una vuelta, ¡<strong>de</strong>saparecía!<br />

De vez en cuando, algunos londinenses que andaban por aquellos sitios subterráneos veían<br />

una figura brumosa que cojeaba rumbo a ellos, en silencio, con un brazo semitransparente<br />

levantado en gesto <strong>de</strong> súplica, la boca abierta y gesticulante, mas sin producir sonido ninguno. Y, al<br />

aproximarse, saludaba y se <strong>de</strong>svanecía.<br />

Era una historieta que había ya perdido todo atributo <strong>de</strong> ficción ordinaria y entrado en los<br />

dominios <strong>de</strong> la leyenda. «El londinense vagabundo» se convirtió en una expresión familiar en todo<br />

el mundo.<br />

En las profundida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Nueva York, Baley recordó la narración y se<br />

estremeció, intranquilo.<br />

R. Daneel habló a su vez, y hubo un pequeño eco. Decía:<br />

—Nos pue<strong>de</strong>n escuchar.<br />

—¿Aquí? Ni por asomo. Ahora bien, ¿qué hay <strong>de</strong>l comisionado?<br />

—Se encontraba en el lugar <strong>de</strong> los acontecimientos, Elijah. Es un habitante <strong>de</strong> la ciudad.<br />

Inevitablemente cae en la categoría <strong>de</strong> los sospechosos.<br />

—¿Sigue siendo sospechoso?<br />

—No. Su inocencia se comprobó con rapi<strong>de</strong>z. En primer lugar, no poseía ningún<br />

<strong>de</strong>sintegrador. Imposible que lo tuviera: había entrado en Espaciópolis <strong>de</strong>l modo común y corriente.<br />

Como tú sabes muy bien, el modo ordinario <strong>de</strong> proce<strong>de</strong>r elimina los <strong>de</strong>sintegradores.<br />

—A propósito, ¿se halló el arma con que se cometió el crimen?<br />

—No, Elijah. No hubo un solo <strong>de</strong>sintegrador <strong>de</strong> Espaciópolis que no se examinara, y<br />

ninguno había sido disparado en el curso <strong>de</strong> varias semanas. Un examen <strong>de</strong> las cámaras <strong>de</strong><br />

radiación resultó concluyente.<br />

—Entonces, ocultó el arma <strong>de</strong> modo tan perfecto...<br />

—Imposible que lo haya ocultado en Espaciópolis. Nuestras investigaciones fueron<br />

completas.<br />

A lo que Baley interpuso con impaciencia:<br />

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