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02. Bóvedas de Acero

La acción se desarrolla en la Tierra, durante el siglo LI, donde las ciudades están encapsuladas en gigantescas bóvedas de acero (de las que la novela toma su nombre) y sin contacto directo con el mundo exterior.

La acción se desarrolla en la Tierra, durante el siglo LI, donde las ciudades están encapsuladas en gigantescas bóvedas de acero (de las que la novela toma su nombre) y sin contacto directo con el mundo exterior.

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indicarle. Ahora bien, usted vino aquí y, con suma arrogancia, nos acusa <strong>de</strong> crímenes tremendos y<br />

trata <strong>de</strong> probarlos. Disfruté mucho con su proceso mental. Me pareció un <strong>de</strong>sarrollo esperanzador.<br />

—¿Esperanzador? —indagó Baley con sarcasmo.<br />

—Sí. A usted le puedo hablar con franqueza. Anoche, señor Baley, R. Daneel se comunicó<br />

conmigo mediante subéter encubierto. Algunas peculiarida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> usted me interesan muchísimo.<br />

Por ejemplo, está el <strong>de</strong>talle relativo a la naturaleza <strong>de</strong> los libros—película en su apartamento. Varios<br />

<strong>de</strong> ellos tratan sobre temas históricos y arqueológicos. Eso nos hace suponer que usted se<br />

preocupa por la sociedad humana y que sabe algo respecto a su evolución.<br />

—Nada impi<strong>de</strong> que los <strong>de</strong>tectives empleen su tiempo libre en libros—película.<br />

—Por supuesto, y me agrada su selección <strong>de</strong> ocupaciones. Me ayudará en lo que pretendo<br />

hacer. En primer lugar, <strong>de</strong>seo explicarle el exclusivismo <strong>de</strong> los hombres <strong>de</strong> los Mundos Exteriores.<br />

Nosotros vivimos aquí en Espaciópolis; no visitamos la ciudad: nos mezclamos con uste<strong>de</strong>s,<br />

habitantes <strong>de</strong> la ciudad, sólo <strong>de</strong> manera muy rígidamente limitada. Respiramos el aire libre; pero<br />

cuando lo hacemos, nos ajustamos filtros. Aquí estoy ahora sentado con filtros en las ventanillas <strong>de</strong><br />

la nariz, guantes en mis manos y un propósito inflexible <strong>de</strong> no acercarme a usted más <strong>de</strong> lo que<br />

pueda evitar. ¿Por qué supone usted que obramos así?<br />

—Mejor no suponer —repuso Baley.<br />

—Si discerniera usted como lo hacen algunos <strong>de</strong> sus conciudadanos, me diría que es<br />

porque menospreciamos a los hombres <strong>de</strong> la Tierra y evitamos rebajarnos en casta permitiendo<br />

que su sombra caiga sobre nosotros. Mas no es esa la razón. La verda<strong>de</strong>ra respuesta es obvia por<br />

<strong>de</strong>más. El examen médico a que se le sometió a usted, así como los procedimientos <strong>de</strong> limpieza, no<br />

fueron rituales, sino necesarios.<br />

—¿Por las enfermeda<strong>de</strong>s?<br />

—En efecto. Los terrícolas que colonizaron los Mundos Exteriores se encontraron en<br />

planetas totalmente libres <strong>de</strong> bacterias terrestres y <strong>de</strong> virus. Trajeron los suyos propios, sin duda,<br />

pero traían también las técnicas médicas y microbiológicas más avanzadas. Se eliminaron los<br />

agentes <strong>de</strong> enfermedad y se estimuló el aumento <strong>de</strong> bacterias simbióticas. Gradualmente, los<br />

Mundos Exteriores se vieron libres <strong>de</strong> toda clase <strong>de</strong> enfermeda<strong>de</strong>s. Para no arriesgarse a una<br />

posible introducción <strong>de</strong> enfermeda<strong>de</strong>s, los Mundos Exteriores hicieron cada vez más rigurosos los<br />

requisitos para la entrada <strong>de</strong> inmigrantes terrícolas.<br />

—¿Nunca ha pa<strong>de</strong>cido alguna enfermedad, doctor Fastolfe?<br />

—No <strong>de</strong>l tipo parasitario. Aunque todos estamos sujetos a enfermeda<strong>de</strong>s <strong>de</strong>generativas,<br />

nunca he pa<strong>de</strong>cido lo que usted llamaría un resfriado o un catarro. De ser así posiblemente la<br />

consecuencia sería fatal. No poseo las <strong>de</strong>fensas necesarias. Y los <strong>de</strong>más, tampoco. Aquí todos<br />

corremos el mismo riesgo específico. No poseemos las <strong>de</strong>fensas naturales contra las enfermeda<strong>de</strong>s<br />

que inva<strong>de</strong>n la Tierra. Usted mismo es portador <strong>de</strong> los gérmenes <strong>de</strong> casi todas las enfermeda<strong>de</strong>s<br />

conocidas, si bien están dominadas por los anticuerpos que su organismo ha <strong>de</strong>sarrollado. Yo, en<br />

cambio, carezco <strong>de</strong> anticuerpos. El hecho <strong>de</strong> no acercarme respon<strong>de</strong> a una simple protección.<br />

—¿Por qué no se da a conocer la razón en la Tierra?<br />

—Somos pocos. A<strong>de</strong>más, como extranjeros aparecemos antipáticos. Mantenemos nuestra<br />

seguridad sobre la base <strong>de</strong> un prestigio muy precario como seres superiores. No po<strong>de</strong>mos confesar<br />

que tenemos miedo <strong>de</strong> aproximarnos a un terrícola, al menos hasta que exista una mejor<br />

comprensión entre los terrícolas y los espacianos.<br />

—Imposible en las circunstancias actuales. Precisamente los odiamos..., los odian por su<br />

pretendida superioridad.<br />

—Nos damos perfecta cuenta <strong>de</strong>l dilema.<br />

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