11.07.2015 Views

pfhlamc

pfhlamc

pfhlamc

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—No llores, Anna. Nunca vale la pena... Bueno, voy a lavarme antes de lacomida.Y se fue. Todos los hombres jóvenes se habían puesto a cantar junto alpiano. Yo también me acerqué y me dirigí hacia donde había visto a George. Meabrí paso entre ortigas y zarzas, pues George se había trasladado a la parteposterior. Estaba con los ojos fijos, mirando a través de un grupo dé árboles pawpawla barraca donde vivía el cocinero, con la mujer y los niños. Había un par deniños negros en cuclillas, sobre el polvo, entre las gallinas.Noté que, al intentar encender un cigarrillo, le temblaba la mano. No logróencenderlo, por lo que se impacientó y lo arrojó, apagado, observando con calma:—Mi hijo bastardo no está.De abajo nos llegó el golpe de gong que llamaba a comer.—Más vale que entremos —dije.—Espera un minuto. —Me puso la mano sobre el hombro. Su calor meatravesaba el vestido. El gong dejó de propagar sus largas ondas de sonidometálico. En el interior del salón, el piano ya no sonaba.Silencio. Una paloma se arrullaba en el jacarandá. George puso su manoencima de mi pecho y dijo-: Anna, podría llevarte a la cama ahora mismo, y luego aMarie, mi chica negra, y luego volver junto a mi mujer y poseerla a ella... y seríafeliz con las tres. ¿Lo comprendes, Anna?—No —contesté, enfadada, aunque su mano en mi pecho me permitíacomprenderlo.—¿No lo comprendes? —me preguntó con ironía—. ¿No?—No —insistí yo, mintiendo en nombre de todas las mujeres, y pensando enaquella esposa que me hacía sentir enjaulada.George cerró los ojos. Sus negros párpados temblaron, y el contraste consus mejillas morenas produjo unos diminutos arcoiris. Dijo, sin abrir los ojos:—A veces me observo desde fuera: George Hounslow, ciudadano respetabley excéntrico, como es natural, pues es socialista. Aunque esto último estácompensado por su devoción a los ancianos padres, a la encantadora esposa y a lostres niños. Pero, al mismo tiempo, junto a mí veo a un imponente gorila quebalancea los brazos y se ríe. Lo veo tan bien que me extraña que nadie más se décuenta de su presencia.Apartó la mano de mi pecho y pude volver a respirar acompasadamente.Entonces le dije:—Willi tiene razón. No puedes arreglar nada, y más vale que no teatormentes... —Mantenía los ojos cerrados. Yo no sabía qué iba a decir lo que dije,por lo que me sorprendió verle abrir de golpe los ojos y retroceder. Era como unfenómeno de telepatía. Mis palabras fueron—: Y no puedes suicidarte.—¿Por qué no? —preguntó con curiosidad.118

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!