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decidió por un compromiso: permanecería un año más en el piso, alquilaría unahabitación, buscaría un trabajo que le gustara.Todo parecía haber cambiado. Janet se había marchado. Marión y Tommy sehabían ido a Sicilia, pagando Richard y llevándose un enorme montón de librossobre África. Tenían la intención de visitar a Dolci, para ver si podían, segúnpalabras de Marión, «ayudar en algo al pobre hombre. ¿Sabes, Anna, que en miescritorio tengo una foto suya?».Molly también estaba sola, en una casa vacía, después de perder al hijo quese había marchado con la segunda mujer de su ex marido. Invitó a los hijos deRichard a pasar una temporada con ella. Richard estaba encantado, aunque todavíaculpaba al estilo de vida de Molly de la ceguera de su hijo. Molly tuvo a los chicosmientras Richard estaba en el Canadá, con su secretaria, organizando las finanzasde tres nuevas plantas de acero. Aquel viaje era una especie de luna de miel, puesMarion había aceptado la idea de divorciarse.Anna descubrió que pasaba el tiempo sin hacer nada; y decidió que elremedio para aquella situación era un hombre. Se lo recetó como una medicina.La telefoneó un amigo de Molly, para quien ésta no disponía de tiempo, puesestaba ocupada con los hijos de Richard. Era Nelson, un guionista americano quehabía conocido en casa de Molly y con el que cenaba de vez en cuando.Cuando la llamó le dijo:—Antes de vernos, tengo el deber de avisarte que estoy a punto deencontrar a mi mujer intolerable por tercera vez.Mientras cenaban, hablaron sobre todo de política.—La diferencia entre un rojo en Europa y un rojo en América es que enEuropa el rojo es comunista, mientras que en América es alguien que no se haatrevido nunca a sacar la tarjeta del Partido, bien sea por cautela o por cobardía.En Europa tenéis comunistas y compañeros de viaje. En América tenemoscomunistas y ex rojos. Yo, e insisto en la diferencia, era rojo. No quiero másdificultades de las que ya tengo. Bueno, ahora que me he definido, ¿vas a invitarmea tu casa esta noche?Anna pensaba: «Sólo hay un pecado, y es convencerte de que lo de segundaclase no sea de segunda clase. ¿De qué sirve estar siempre suspirando porMichael?».En consecuencia, pasó la noche con Nelson. El hombre tenía, como Annacomprendió muy pronto, dificultades sexuales; pero ella simuló, por cortesía, quenada iba mal en serio. Por la mañana se separaron amigos. Luego Anna se encontróllorando, muy deprimida. Se dijo que la cura para esto no era estarse sola, sinollamar a uno de sus amigos. No lo hizo; se sentía incapaz de enfrentarse con laobligación de ver a otra persona, y no digamos ya de tener otra «aventura».Anna se encontró pasando el tiempo de un modo curioso. Siempre habíaleído grandes cantidades de periódicos, revistas, semanarios; sufría del vicio de losde su clase: tenía que enterarse de lo que sucedía en todas partes. En cambioahora, después de levantarse tarde y de tomar café, se instalaba en el suelo de sucuarto grande, rodeada de media docena de diarios y de una docena de540

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