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a la misma tribu de los humanos, casi sin diferencias. Pero de cerca su parecidosubrayaba sus temperamentos, de fibra completamente distinta. La carne de Jimmyera pesada, casi amazacotada, sus andares eran ponderosos, y sus manos,grandes, aunque gordinflonas como las de un niño. Sus rasgos, de la mismablancura esculpida que los de Paul e idénticos ojos azules, carecían de gracia; sumirada era patética y reflejaba una súplica infantil, como si pidiese simpatía. Supelo pálido, carente de brillo, le caía en mechas grasientas. Su cara, como a él legustaba observar, era una cara decadente: demasiado llena, demasiado madura,casi fláccida. No se mostraba ambicioso y no aspiraba más que a una cátedra dehistoria en alguna universidad, lo que ya ha logrado. A diferencia de los otros, erahomosexual de verdad, aunque él hubiera preferido no serlo. Estaba enamorado dePaul, quien le despreciaba y a quien irritaba. Mucho tiempo después se casó conuna mujer quince años mayor que él. El año pasado me remitió una carta en la quedescribía su matrimonio; la había escrito claramente borracho y la había mandado,como si dijéramos, hacia el pasado. Me contaba que durmieron juntos, con pocoplacer por parte de ella y ninguno por la suya —«a pesar de que me esforcé, te loaseguro»— durante unas semanas; de pronto ella se encontró con que estabaembarazada y esto fue el fin de las relaciones sexuales entre ambos. En suma, unmatrimonio inglés nada fuera de lo común. Su esposa, al parecer, no sospecha quesea un hombre anormal, y él depende bastante de ella... Sospecho que si ellamuriese, él se suicidaría o se daría a la bebida.Ted Brown era el más original. Hijo de una numerosa familia obrera, habíaobtenido becas durante toda su vida estudiantil, hasta llegar a Oxford. Era el únicosocialista auténtico de los tres: quiero decir, socialista en sus instintos, portemperamento. Willi se quejaba de que Ted se comportaba «como si viviera en unasociedad propiamente comunista, o como si hubiese sido criado en un maldito kibbutz».Al oír esto, Ted le miraba, realmente confuso: no comprendía cómo talesconceptos podían ser objeto de reproche. Luego se olvidaba de ello y, en una nuevaracha de entusiasmo, perdonaba a Willi. Era un muchacho lleno de energía, vivaz,ágil, alto y flaco, con el pelo negro a mechas y los ojos de color de avellana. Nuncatenía dinero —lo regalaba—, siempre iba mal vestido —no pensaba en la ropa otambién la regalaba—, y le faltaba el tiempo para dedicarse a sí mismo, pues loponía a disposición de los demás. Sentía una gran pasión por la música, sobre laque había aprendido mucho él solo, por la literatura y por el prójimo. Consideraba alos demás, como a sí mismo, víctimas de la conspiración gigantesca y casi cósmicaque pretendía desposeerlo de su auténtica naturaleza, la cual era, naturalmente,hermosa, generosa y buena. A veces afirmaba que prefería ser homosexual, lo quele proporcionaba una serie de protegidos. La verdad era que no podía soportar queotros jóvenes de su clase no hubieran tenido las mismas ventajas que él. Iba detrásde algún mecánico inteligente del campamento o, en las reuniones públicas de laciudad, de algún muchacho que pareciera sentir un interés auténtico, que noquisiera pasar el rato, y se apoderaba de él, le hacía leer, le enseñaba música, leexplicaba que la vida era una aventura estupenda... Luego venía a decirnos, convehemencia, que «cuando se encuentra a una mariposa debajo de una piedra, hayque rescatarla». Constantemente aparecía en el hotel con algún muchacho novato yaturdido, pidiendo al grupo que lo «adoptara». Siempre lo hicimos. Durante los dosaños que estuvo en la Colonia, Ted rescató a una docena de mariposas, quesintieron un respeto divertido y afectuoso hacia él. Estaba enamoradocolectivamente de ellos. Cambió sus vidas. Después de la contienda, en Inglaterra,conservó el contacto con ellos, les hizo estudiar, los condujo hacia el Partidolaborista —por entonces ya no era comunista— y vigiló que no invernaran, segúnsu propia expresión. Se casó, muy románticamente y contra toda clase deoposición, con una chica alemana. Hoy tiene tres hijos y enseña inglés en unaescuela para niños atrasados. Era un piloto eficaz, aunque fue característico de élque suspendiera a propósito las pruebas finales, debido a que aquella temporadaestaba enzarzado en una pugna con el alma de un novillo de Manchester que se77

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