11.07.2015 Views

pfhlamc

pfhlamc

pfhlamc

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Un profesor de arqueología de ese país puede escribir sobre una tribu deAmérica del Sur, que tiene un avanzado conocimiento de las plantas, de medicina yde métodos psicológicos: «Lo sorprendente es que ese pueblo carezca de lenguajeescrito...». Y nadie considera absurdo el razonamiento del profesor.En ocasión del centenario de Shelley, la misma semana y en tres revistasliterarias diferentes, tres jóvenes de idéntica educación, procedentes deuniversidades parecidas —siempre del país al que venimos refiriéndonos—,pudieron escribir trabajos literarios sobre Shelley, condenándole con los elogiosmás débiles y en tono idéntico todos ellos, como si hicieran al poeta un gran favoral mencionarlo, y nadie parece creer que haya algo seriamente equivocado ennuestro sistema literario.Finalmente, esta novela continúa siendo para su autora la más instructiva delas experiencias. Ejemplo al canto. Diez años después de haberla escrito me llegan,en una semana, tres cartas sobre ella remitidas por personas inteligentes, bieninformadas e interesantes, que se han tomado la molestia de sentarse a la mesapara escribirme. Pueden estar una en Johannesburgo, otra en San Francisco y unatercera en Budapest. Y aquí estoy yo, sentada, en Londres, leyendo esas cartas unatras de la otra, agradecida como siempre a quienes me escriben y encantada deque mi prosa haya estimulado, iluminado... o incluso molestado. Pero una de lascartas trata íntegramente de la guerra de los sexos y de la falta de humanidad delhombre hacia la mujer, y la corresponsal llena páginas y más páginas acerca de esosolamente porque ella —y no solamente ella— no puede ver nada más en el libro.La segunda carta trata de política. Probablemente es de un viejo rojo comoyo misma, y escribe muchas páginas acerca de política, sin mencionar otro tema.Ese tipo de cartas solían ser las más comunes cuando el libro era reciente.La tercera carta, de una clase en otro tiempo rara, pero que ahora ya tienecompañeras, la escribe un hombre o una mujer que no puede ver en el libro másque el tema del desequilibrio mental.Pero el libro sigue siendo el mismo.Y, claro está, esos incidentes sacan de nuevo a colación preguntas acerca dequé ve la gente cuando lee un libro y por qué cierta gente ve alguno de losaspectos y nada en absoluto de los otros, y lo raro que es un autor con una visióntan clara de su libro, tan distinta de la que tienen del mismo sus lectores.Y de este modo de pensar surge otra conclusión: no solamente resultainfantil que un escritor persiga que los lectores vean lo que él ve, y que entiendanla estructura y la intención de una novela como él las ve. Que el autor desee estodemuestra que no ha entendido el punto más fundamental: a saber, que el libroestá vivo y es poderoso, fructificador y capaz de promover el pensamiento y ladiscusión solamente cuando su forma, intencionalidad y plan no se comprenden,debido a que el momento de captar la forma, la intencionalidad y el plan coincidecon el momento en que no queda ya nada por extraer.Y cuando la trama, el modelo y la vida interior de un libro están tan clarospara el lector como para el propio autor, quizás haya llegado el momento de echara un lado el libro, como si ya hubiera pasado su momento, y empezar algo nuevo.Doris Lessing Junio 197113

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!