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—No ha tenido nunca una orientación. Molly se ha limitado a dejarle solo,como si fuera un adulto, desde siempre. ¿Qué imaginas que significa para un niñola libertad, el «decide por tu cuenta», el «no quiero forzarte...» y, al mismo tiempo,los camaradas, la disciplina, el sacrificio personal y la sumisión a la autoridad...?—Lo que debes hacer es lo siguiente —le cortó Molly—: Búscale un puestoen uno de tus tinglados, que no sea vender acciones o fomentar la producción oganar dinero. A ver si encuentras algo constructivo. Entonces se lo presentas aTommy y déjale que decida.Richard tenía el rostro rojo de ira, por encima de aquella camisa demasiadoamarilla y demasiado estrecha, y sujetaba el vaso de whisky con las dos manos,dándole vueltas, los ojos fijos en él.—Gracias —estalló por fin—. Lo haré.Lo decía con una confianza tan obstinada en la calidad de lo que le iba aofrecer a su hijo, que Anna y Molly volvieron a mirarse, levantando las cejas en unsigno evidente de que consideraban que la conversación había sido en vano, paravariar. Richard interceptó el cambio de miradas.—¡Sois tan ingenuas, vosotras dos! —comentó.—¿En cuanto a los negocios? —inquirió Molly con una alegre carcajada.—En cuanto a los grandes negocios —asintió Anna con calma, risueña, puesse había visto sorprendida en sus conversaciones con Richard, al descubrir lamagnitud de su poder.Esto no había engrandecido la idea que ella tenía de él, sino que lo habíacomo empequeñecido contra el fondo de las finanzas internacionales. Y habíasentido mayor afecto hacia Molly por su falta total de respeto hacia aquel hombreque había sido su marido y que, realmente, era uno de los magnates de la nación.—Aghhh —gruñó Molly con impaciencia.—Negocios muy gordos —dijo Anna, riendo e intentando llamar la atenciónde Molly, pero la actriz hizo un gesto de indiferencia, con su peculiar y ampliomovimiento de hombros, alzando sus manos blancas con las palmas vueltas haciael techo y dejándolas posarse sobre las rodillas.—Trataré de impresionarla más tarde —le sugirió Anna a Richard—. O, por lomenos, lo intentaré.—¿De qué hablas? —inquirió Molly.—Es inútil —dijo Richard con sarcasmo, malhumor y resentimiento.—¿No sabes que durante todos estos años ni se le ha ocurrido preguntar?—Has pagado el colegio de Tommy, y eso es todo lo que te he pedido.—Tú nos has, estado pintando a Richard, durante años, como una especiede...; en fin, como un pequeño negociante con cierta iniciativa, como un tenderovenido a menos —explicó Anna—. Y ahora resulta que es un magnate. Pero un33

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