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aunque contradice totalmente la línea oficial, de hecho resume a la perfección laactitud de todos. Yo he salido a solicitar votos tres tardes. El cuartel general de lacampaña está en el domicilio de un camarada que vive en el barrio, y la campaña laorganiza el ubicuo Bill, que vive en el distrito, con una docena de amas de casa quetienen las tardes libres. Los hombres acuden por las noches. Todos se cono- cían, yel ambiente era de los que a mí me parecen maravillosos: el de gente que trabajapor una finalidad común. Bill es un organizador brillante; todo está previsto en susmás mínimos detalles. Tazas de té y discusión sobre la marcha de la campaña,antes de salir a la calle. Es un distrito obrero. Hay una gran simpatía por el Partido,ha dicho una mujer, orgullosamente. Me dan dos docenas de tarjetas con losnombres de personas que ya han sido visitadas y marcadas como «dudosas». Mitrabajo consiste en volverlas a ver y convencerlas de que voten por el PC. A lasalida del cuartel general de la campaña, ha empezado una discusión sobre lamanera más adecuada de ir vestidas para la tarea, pues la mayoría de las mujeresvisten mejor que las que viven en este barrio.—No me parece justo vestirse de forma distinta de la habitual —dice unamujer—. Sería hacer trampa.—Sí, pero si apareces demasiado elegante, les pones en una actituddefensiva.El camarada Bill, de buen humor, el mismo buen humor de Molly cuandoestá enfrascada en ultimar detalles, confiesa riendo:—Lo importante es conseguir resultados.Las dos mujeres le riñen por ser deshonesto.—Tenemos que ser honestas en todo lo que hacemos —exponen—; pues delo contrario no se fiarán de nosotras.Los nombres que me han dado son de gente que vive en un radio muyamplio del barrio obrero. Es un distrito muy feo, de casas pobres, pequeñas yuniformes. A un kilómetro se encuentra una estación central de ferrocarriles quedespide un humo espeso por los alrededores. Nubes oscuras, espesas y bajas, y elhumo que sube para agregarse a ellas. La primera casa tiene una puerta desteñiday agrietada. La señora C. lleva un vestido de lana que le cuelga por todas partes yun delantal; es una mujer marchita y agotada. Tiene dos niños, bien vestidos yarregladitos.—Soy del PC.Ella afirma con la cabeza. Yo digo:—Tengo entendido que está indecisa sobre si va a votar a nuestro favor, ¿noes así?Ella responde:—No tengo nada contra vosotros... —No parece hostil, sino amable—. Laseñora que vino la semana pasada dejó un libro... — (Un folleto.) Por fin declaró—:Verá, es que nosotros siempre hemos votado por los laboristas.144

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