11.07.2015 Views

pfhlamc

pfhlamc

pfhlamc

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

—El intercambio es justo, puesto que tú me usas a mí.Se le cambió el gesto y pareció sobresaltado.—Perdona que lo mencione —dije yo—, pero estoy segura de que te habrápasado por la mente.Entonces rió de veras, no con hostilidad.Pasamos a tomar café y hablamos de política o, mejor dicho, de América. SuAmérica es fría y cruel. Habló de Hollywood, de los escritores que fueron «rojos»,que cayeron en una forma conformista de ser «rojos» bajo la presión de McCarthy;de los escritores que se hicieron respetables y cayeron en el conformismoanticomunista; de los hombres que informaron sobre sus amigos a los comitésinquisitoriales (*9). Hablaba de ello con una mezcla de objetividad, de ira ydiversión. Contó una historia de cuando su jefe le llamó al despacho parapreguntarle si era miembro del Partido comunista. Saúl, entonces, no pertenecía yaal Partido, pues había sido expulsado con anterioridad, pero se negó a contestar. Eljefe, muy apesadumbrado, dijo entonces que Saúl debía dimitir. Y Saúl dimitió.Unas semanas más tarde, se encontró con ese hombre en una reunión y empezó agemir apesadumbrado:—Eres amigo mío, Saúl; me gusta creer que eres amigo mío. En este puntocoinciden docenas de historias: la de Saúl, la de Nelson y las de otros muchos.Mientras hablaba, sentí algo que me inquietó, algo así como un fuerte impulso deira y desprecio hacia el jefe de Saúl, hacia los escritores «rojos» que se refugiaronen el comunismo conformista, hacia los delatores.—De acuerdo, pero lo que nos afecta, que es nuestra actitud, proviene deasumir la hipótesis de que la gente va a tener el valor de jugársela por suscreencias individuales.Levantó la cabeza, con vigor y en actitud de desafío. Normalmente, cuandoSaúl habla, lo hace como un ciego, con los ojos sin expresión. Es como si sehablara a sí mismo. Entonces fue cuando toda su persona se colocó en formaciónpor detrás de sus fríos ojos grises, y aquello me hizo pensar en todo cuanto mehabía acostumbrado a su manera de hablarse a sí mismo, sin ser apenas conscientede mí.—¿Qué quieres decir?Me di cuenta de que era la primera vez que había pensado todo esto contanta claridad. Su presencia me obligaba a pensar con claridad, porque buena partede nuestra experiencia se parece, y ello a pesar de que somos personas tandistintas.—Mira: ninguno de nosotros, por ejemplo, ha dejado de hacer y decir unacosa en público y otra en privado, una cosa a nuestros amigos y otra al enemigo. Niuno siquiera de nosotros ha conseguido no dejarse vencer por las presiones, ante elmiedo de que nos creyeran traidores. Yo misma recuerdo por lo menos una docenade veces en las que pensé: la razón por la que me aterra decir esto no es otra sinoque tengo miedo de que el Partido me crea una traidora.477

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!