j - Memoria Chilena

perseguirlo y asustarlo. Creo que puede aflojar. Pega
menos que una estampilla.
-iBegund;os, afuera!
En el centra del ring y desde el primer top6n de
guantes, el universitario comenz6 a girar alrededor
de Caucamhn. Ensay6 dos Q tres izquierdas el pampi-
no, per0 sin 6xito. El blanco era movible y Colifi6n se
manejaba con elegancia y soltura. Tenia un cuerpo
bonito, bien trabajado. Caucamhn perdi6 un un-dos.
El universitario entraba y salia, saltando atrAs y a
10s lados, y de contragolpe marcaba puntos a volun-
tad. Peleaba suave. Era una seguidilla de izquierdos
y derechos empolvados, sin energia, que llegaban con
precisi6n a la cara y a1 plexo del nortino.
Reia complacido el pcblico. Caucamhn no logra-
ba enojarse. Al rev&, le hubiera gustado pelear diez
vue1ta.s con el mbior estudiante. Era el box, como de-
porte, una diversi6n agradable y caballerosa.
En 10s cuerpo a cuerpo vefa a Dominguez, acu-
rrucado en la escalerilla de su rinc6n, con las manos
a1 ataque, dibujando xppercuts. Caucamh tuvo un
resbal6n fugaz y el contrario lo ayud6 a levantarse
con la mayor gentileis. ~1 primer rouM fie cntero
del boxeador de la Universidad.
. En el descStJLSO, Sonrisita no disimul6 su enojo:
-Mire, el round lo perdimos lejos. Si usted lo
deja hacer academia, nos gana de aqui a Antofagasta.
&Me entiende? No 10 deje boxear, que no se le arran-
que. Tiene que llevarlo a la pelea franca.. . Oiga, a1
salir me lo atropella de un viaje y no le da soga; no
111