j - Memoria Chilena

ancas y Comhali, en 10s remates de madrugada.
Siempre obtenia un msb de verduras y frubs a
bajo pecio, que mhs tarde conseguiaa liquidar en 10s
almacenes y casas particulares de la Avenida REW-
leta.
A media maiiana era la euforia alcohdlica con 10s
cargadores sudorosos y semidesnudos en 10s bares y
clandestinos de la calle Salas y del Pasaje Rosa. Man-
tenia tambiQn tortuosas relaciones con 10s reducido-
res y vendedores de ropas y zapatos usados, que ali-
neaban su nuercadwia en las aceras de la calk
Anld1-6~ Ekllq y en la Avenida de la Paz. Alli llegaban,
con un vag0 aire de musulmanes -e1 sac0 enrollado
en la lcabeza-, cargadores wuciados por la sed, dis-
puestos a desnudarse frente a 10s tenderetes a1 aire
libre, para seguir bebiendo.
Zapatos y ropas de 10s veguinos, que con inter-
vencidn del vino cambiaban de paisaje en poder de
10s huasos y carreteleros rurales. Algunos entreveros
inevitables con guapos y palomillas de las tres aveni-
das -Recoleta, de la Paz e Independencia- le ha-
bian ornamentado belicosamente su cara con tajos
de caprichom recorrido. Eran su orgullo y ejecutoria
de valentdn.
Con 10s aficxs. habia alcanzado la categoria popu-
lar de “comlerciante”. En 10s mew cAlidos, su acti-
vidad festiva y callejera renacia y se ampliaba hacia
otros rumbos. La ciudad le crecia en linlea recta ha-
cia el sur: Alameda, PlaEa Ahnagro, Matta, Matade-
ro. Vmdia bmdxitas y molinos tricolores para las
i5i