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cuerpo hacia atrks y atac6 con furia. El de Corral se<br />
fue doblando y sdlo atin6 a cubrirse la cara con 10s<br />
guantes.<br />
Caucamh lo maltrat6 con fiereza, como a un<br />
sac0 de arena. Eran golpes imprecisos que cafan so-<br />
bre los hombros, las orejas y los riiiones del surefio.<br />
El chivalm de la galeria, no muy conforme con<br />
la violencia de su actuaci6n, le indie6 que el cornbate<br />
tocaba a su fin.<br />
-jC6meteb, abusador! . . .<br />
Sobre las cuerdas, con golpes abiertos, evit6 que<br />
su adversario escapara. Retrocedi6 un poco, para evi-<br />
tar un nuevo abrazo, per0 el corralino cay6 de bruces,<br />
en actitud suplicante. El pampino salt6 a su rincdn,<br />
desde donde lo llamaba GutiCrrez.<br />
Al octavo segundo, el de Corral quiso cambiar<br />
de posicidn, per0 termin6 por acostarse con placidez<br />
en la lona.<br />
Caucamh estaba descontento. No habia conse-<br />
guido colocar un solo golpe neto ni habia recibido<br />
nada para probar resistencia, pro cuando el hrbitro<br />
le levant6 la mano, a1 oir 10s aplausos, saludb desa-<br />
fiador a la galeria y la platea.<br />
-Tiempo del K. O., dos minutos y cuarenta se-<br />
gundos -anunciaron 10s altavoces.<br />
Sonrisita Be sacaba 10s guantes.<br />
-Salid como le dije, &ah?; per0 no se confie. El<br />
guatdn se tir6 a1 suelo de pur0 flojo, y usted no acer-<br />
t6 ni un solo golpe correcto.. . Mafiana, shbado, lle-<br />
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