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Algunas veces la ceremonia adquiria solemnidades<br />
de 6pera. Un mhico hierhtico tocaba la trompeta<br />
en la terraza del Ministerio de Hacienda y otro le<br />
respondia en la terraza del Seguro Obrero.<br />
La tesaena era &mica y grandiosa. Los ociosos<br />
y vagos asistian i ella religiosamente, entre el<br />
barullo de 10s 6mnibus y 10s gritos de 10s suplementeros.<br />
.<br />
Una vez se atrevi6 a preguntar a una vieja gorda<br />
que vendia mani en un buquecito con ruedas:<br />
-&Por que tocan all& arriba?<br />
.<br />
-Es para que se d’espiserk el Pwidenk, pues.<br />
A partir de la segunda pelea, 10s cronistQs depor-<br />
tivos comenzaron a interesarse francamente en su<br />
persona.<br />
“Tiene un golpe demoledor.” “M&s que pelea pa-<br />
rece venganna”, decia el eronista de Las Noticias Ilus-<br />
tradas. “Grmdes axnbates en la cabegoria mkxima.”<br />
“Caucam6n le da color a la serie de 10s pesados.” “El<br />
pampino gana por demolici6n.”<br />
Caucamh recortaba cuidadosamente 10s diarios<br />
e iba pegando 10s papeles en un cuaderno.<br />
El segundo combate, contra un boxeador de Co-<br />
rral, habia sido una repetici6n del primero.<br />
Esta vez lo dirigi6 en el rincdn el propio Gut%<br />
rrez. En los camarines, mientras le vendaban las ma-<br />
nos, Sonrisita le htabl’a dicho:<br />
-Conozco muy bien a1 contrario. A la primera<br />
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