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10s 6mnibus. Cancino estaba preocupado y nervioso.<br />
El peso pesado advirtio que su compafiero se dejaba<br />
llevar con disgusto.<br />
El Buque estaba repleto de gorras coloradas y<br />
vendedores de frutas. Los maleteros convertian en<br />
tragos sus ganancias del ~ltimo trm. I<br />
Dominguez sonri6 feliz. El local, adornado con<br />
salvavidas, le recordaba sus bares queridos de Antofagasta.<br />
Al tercer schop, el peso liviano comenz6 su<br />
vieja historia de las delegaciones antiguas. Recordaba<br />
las andanzas y aventuras de 10s viejos peleadores<br />
del norte. Hizo una declaracih sorprendente:<br />
-Yo pele6 en Bolivia como profesional. Me fui<br />
con el fiato Viacaba, flor de peso liviano, profesional.<br />
Yo hacia el pluma. Pekamcs con 10s cuicos en Orno<br />
y La Paz. En Potosi, a Viacaba le dio la puna y tuve<br />
que pelear dos veces: el semifondo y !a de fondo. El<br />
preliminar em a seis r0wzd.s IT gan6 por retiro al primero.<br />
Era el dia de 10s compadres. Estcs compsdres,<br />
casi tcdos capataces chilenos, explotaban a 10s cuicos<br />
mineros. Las peleas las habian organizado 10s paisanos,<br />
asi que me dejaron pelear tambih la de fondo.<br />
Tenia que ser un boliviano contra un chileno, y Viacaba<br />
estaba en cama. Gm6 por puntas a un cuico que<br />
me llevaba en seis kilos. Los compadres me dieron tres<br />
mil bolivianos, y ahi no mhs 10s farreamos con Viacaba<br />
y las amistades mineras.<br />
Cancino, que tenia sus puntos de humorista, se<br />
lo qued6 mirando.<br />
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