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tomarlas en menta, simplemente.. . Un clravo swa<br />
otro clavo.<br />
El peso liviano propuso, rhpidamente, ir a 10s ca-<br />
llejones de la calle Licanth.<br />
Vamos donde cantan -insisti&. No nos va<br />
a pesar. Hay mujeres macizas, bien aprensadas y muy<br />
sefioritas. Pedimos su botellita de pisco o una pon-<br />
cherita y sobra plata para lo demh.<br />
Se miraron en silencio.<br />
Donde Pablito es donde nos viene mejor -in-<br />
sisti6 Domfnguez-. Conozco la casa y les respondo.<br />
No era la primera vez que Dominguez les habla-<br />
ba de aquel sal6n. Pablito, el quiosquero, habia inau-<br />
gurado una casa de remolienda en la calle San Cami-<br />
lo, muy visitada por sus amistades deportivas. Los<br />
suplementeros del centro consideraban la empresa<br />
de su colega como un triunfo del gremio. Donde Pa-<br />
blito 10s respetaban y era casa de primera. Hacian<br />
vida social, tornaban trago c ob y bailabm, acorn-<br />
paikdos por una enorme discorola Wurtlitzer, pasada<br />
de contrabando, 10s mambos y sambas de moda. Las<br />
mujeres, elegantes y vistosas, no hacian reparos a<br />
10s vendedores de diarios.<br />
El gad0 y negro Pablito, en socidad con la Yuly,<br />
cabrona nueva y emprendedora, se habia traido me-<br />
dia dmna de mujeres del famoso s16n de la Repo-<br />
Zlina. A41& llegaban, a media noche, crartilleros de la<br />
hipica, pugilistas, apostadores y gentes del Matade-<br />
ro.<br />
El hijo de Pablito, un muchach6n rubio, aten-