j - Memoria Chilena

dia en un sal6n aparte a 10s suplementeros j6venes
y de menor categoria.
-Sin embargo -;agregaba Domhguez-, el ne-
gocio no puede durar mucho. El Pablito va a la quie-
bra porque se enamor8 de las cabronas j6venes de
fuera, y les da mando en la casa. Hace de patrdn y
cliente a la vez. En el saldn pelea las mejores muje-
res, entre las risas de sus amigos y conocidos.
Las informaciones de Domhguez habian inte-
resado a Cancino. Este miraba a Caucamhn pidiendo
'su aprobaci6n.
El peso pesado se excusb Hubiera acompaiiado
a Cancino, por conocer, per0 sin Domhguez.
-Vayan ustedes, no m&s. Estoy rendido. Mafia-
na 10s despiertu, para que Cancino alcance el tren.
Dominguez 1110. quiso insistir:
-Bueno, si te ve el delegado, dile que nosotros
nos fuimos a1 teatro. PQsale unos pesos al nochero,
para que no diga nada.
Como a las seis de la mafiana, Caucamh se des-
pert6 sobresaltado. Se escuchaban gritos e impreca-
ciones y un retemblar de vidrios en el segundo piso.
Encendid la 1112. La cams die Dominguez estaba in-
tacta. Se pus0 10s pantalones apresuradamente y ba-
j6 unos tramos de la escalera.
Desde alli pud0 ver a1 delegado, en pijama, gri-
tiindole a Domhguez. Cancino, sin corbata, con 10s
ojos vidriosos, apenas se sostenia en pie. Dominguez
lo sujetaba por la cintura. El nochero suplicaba silen-
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