j - Memoria Chilena

promete a no ponerlo hasta la tercera o cuarta reu-
nih; o sea, que dispondria de miis de diez dfas libres
para entrenarse.
-iY si pierde? --objet6 Domhguez.
-Se quedaria con nosotros una semana, por lo
menos.
Domhguez dio un grufiido de aprobacibn, mirando
a su compafiero.
-Conforme -dijo CaucamBn.
El joven de la Federaci6n le palmote6 las espaldas,
agradecido.
-Vaya a vestirse. Quedan tres peleas todavfa.
-Subiremos 10s tres Antemino el delegado-.
Usted, Domhguez y yo. Vaya a1 camarh, yo lo alcanzo.
Voy a buscar sales y vendas nuevas.
Caucamiin\ se desvisti6 con calma. Apenas oia
10s consejos de Domhguez:
N o lo dejes boxear. Al dulce a1 tiro. Giinalo de
atropellada. En el pesado hay que pegar comenzando.
.
Escuchaba, ausente, un tanto deprimido.
-Oye, esos fiatos que me presentaste quiknes
\
son, c6mo se llaman. No me gustaron nada.
-No te preocupes. Son amigos. El carnicero se
llama Caroca. Al otro le dim el Tirante. Son volta-
150s y no molestan. Despuks te dirk. . . Es pura conversa..
.
Dominguez le repas6 la moral a conciencia:
-Vas a ganar. Estuvo muy bien la siesta de la
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